viernes, 12 de abril de 2013

Mi nueva vida de mujer conciliadora



No estoy segura de cómo me siento desde que empecé con mi nueva vida laboral. Llevo unas semanas con eso que se llama jornada reducida. Algunos creen que se te reduce también el cerebro. Desde ya puedo desmentirlo. Quitarle una hora a la jornada habitual y currarla del tirón hace decrecer cosas, es verdad. También es cierto que a algunas madres y padres en esta situación parece tener las neuronas atrofiadas. Lo he visto con mis propios ojos. No es el caso de la mayoría. Ni el mío, gracias a los dioses y a mis padres, de los que heredé mi sesera y este enooooooorme sentido de la responsabilidad que no me deja respiro (con un poquito menos me hubiera conformado la verdad).

(...)

Disculpa, he tenido que ir al baño a ver la enorme pompa de jabón que había hecho una de mis hijas. Ya estoy de vuelta.

Como decía, son muchas las cosas que se te reducen. La más obvia es el sueldo, un 12,5%. Menos mal que tenemos esta crisis que tenemos y llevo años haciendo un master en "vivir con menos". Cuando una ha pasado por cosas como vender su coche a gente un poco rara con pinta mafiosilla que te compra al contado, para poder pagar una cuota de la hipoteca, se te quitan las tonterías. Cuando una ha visto a gente muy cercana estar a punto de perderlo todo, hasta la dignidad, y ha visto perderla a otros, pues ya se te quita la gilipollez de cuajo (aprovecho para dar las gracias a ese ser misterioso que está arreglándolo todo últimamente, de las que nos hemos librado). Así que me he convertido en una experta del recicla, reutiliza, reduce (gastos) y esto me ha venido fenomenal para mi nueva vida de madre acogida a la mal llamada conciliación laboral-familiar.

Soy mamá desde hace nueve años y ya por aquel lejano 2004 hice uso de este derecho de los padres y madres con mi primera hija. Duré exactamente seis meses. Lo pasé mal. Al principio no entendía que me mirasen raro mis compañeras no madres por estar menos horas en la oficina, ni mucho menos que mi jefa me asignase trabajo como si mi jornada fuese de 10 horas y me soltara frases del tipo "no es mi problema". Luego ya lo fui pillando. Fueron días en los que no tenía tiempo de ir al baño, literalmente, así que no bebía agua no fuera a ser que reventase. Días en los que corría como loca a todas partes. Casi no comía o lo hacía tardísimo. Iba como una de esas zombies de The walking dead. Qué voy a contar sobre esto que no sepan ya todos los que viven o han vivido este trance. Nada nuevo. Así que en una de las muchas veces que me "pidieron" volver a mi jornada normal dije que sí. Siguieron mirándome mal. Creo que a algunos no les moló nada que me hubieran contratado embarazada de cinco meses para un puesto que otros querían. O vete a saber. Lo mismo era mi perfume.

Por todas estas cosas se me quitaron las ganas de tener ganas, como decían mis admirados Gomaespuma, y no volví a plantearme jamás salir del trabajo a las 3 de la tarde.

Hasta hace unos meses. Soy una persona muy inquieta, siempre de acá para allá, metida en mil fregaos, con la agenda a tope. Y como parecía que mi tiempo era un chicle, yo cada vez me metía más caña. Más madera. Más adrenalina. Menos horas de sueño. Menos energía. Hasta que he llegado a un momento de "no puedo más" en el que necesito simplificar mi vida e ir más despacio. Vaciarme la mochila que ya pesa una barbaridad. Este fue uno de los motivos que me llevaron a dónde estoy ahora. Me dije, al menos voy a probar un tiempo a ver qué tal. Con más tiempo para mí, mis hijas, mi marido, mi casa... Ja! Una ilusión óptica.

Debido a mi política de recortes tuve que despedirme de las cuatro horas a la semana en las que una diligente chica ucraniana venía a casa a ejercer la antigua profesión de nuestras madres, veáse S.L. Ahora me paso el día limpiando, planchando, comprando, cocinando, voy a esos lugares de perdición llamados parques y estoy más tiempo en casa para fijarme en el polvo que se acumula en las lámparas y en las huellas de los interruptores de la luz. Esto no es vida ni conciliación ni leches. Un engañabobos total. Que conste en acta que mimarío hace parte del trabajo y para nada es de esos que pasan de todo. Pero se supone que yo tengo más tiempo "libre" así que me toca la mayor tajada del pastel.

Como ahora soy una madre como la que más, empiezan a hablarme otras madres de tú a tú. Antes me miraban raro por no ser madre con reducción (sí, a mí me miran raro siempre, lo mismo es que soy yo) o no me miraban porque directamente no me veían en el cole, pues sólo iba a deshoras, a esas clases de extraescolares a las que sólo van los niños de madres y padres desnaturalizados.

Y en estas que me entero de trucos fantásticos para simplificar todo este lío de las tareas del hogar. Uno consiste directamente en no tener plancha. Que es como lo de no tener tele y además no tener ordenador para ver series de la tele. Quien evita la ocasión, evita el peligro. Mamá, antes de que te dé un soponcio imaginando a tus nietas zarrapastrosas y llenas de arrugas, te diré que te prometo plancharlo todo antes de ir a verte en vacaciones. No te vas a enterar de nada. Aunque tenga que pedirle prestada la plancha a mi suegra.

PD. La parte buena buenísima es que ahora puedo ir a recoger a mis zagalas (palabrica murciana) al cole a una hora decente y que me gusta, y además tengo más energía para contarles el cuento por las noches. Ellas tan felices de verme más.



6 comentarios:

  1. La verdad es que lo de la reducción de jornada es un cuento chino, se supone que te reducen una hora pero en realidad se espera que hagas el mismo trabajo que hacías antes pero con permiso para pagarte menos y excusa para hacerte trabajar más rápido. Además de que entras en el supuesto grupo de mujeres caraduras que en realidad lo que quieren es no trabajar sin que puedan despedirlas, o así es como te ven el resto.

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    1. Tienes razón en que a veces te hacen trabajar igual en menos tiempo, a mí me pasó, aunque de momento en esta nueva experiencia no me está pasando. En cuanto a lo del grupo de mujeres caraduras, es triste, pero a veces sucede eso, que hay gente que te ve así, sin tener mucha idea de lo que piensa y es difícil conseguir avanzar en tu carrera profesional. La eterna lucha de la mujer por el liderazgo y la igualdad se complica en la etapa maternal, muchas veces por prejuicios y estereotipos absurdos. Espero que mis hijas no tengan que vivir ya este tipo de cosas. Gracias por comentar. Un saludo

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  2. Pues va a ser verdad lo que dice mi cuñada. La pobre iba a pedirla cuando se incorporase de nuevo al trabajo después de la baja por maternidad y lo último que nos dijo es que pasaba porque, al final, trabajas lo mismo en menos tiempo y por menos dinero.

    Lo bueno de todo es que pasas más tiempo con tus hijas aunque te admiro. La casa a veces no se ni por donde cogerla y tu encima trabajando y con hijos.

    Un besazo y enhorabuena por el blog

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    1. Hola Anita

      Gracias por pasarte por aquí y comentar! En el fondo fondísimo estoy contenta de haber pedido la jornada reducida, por pasar más tiempo con ellas, que también lo necesitaban, pero para nada es ese mundo idílico de libertad y tiempo libre que muchos creen...la casa me mata, sí, pero puedo con eso y más, jejeje

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  3. al habla otra madre en reducción y sin plancha (sólo sale a ver la luz 20 minutos a la semana jajaja) y, añado, con pelusotas en casa de vez en cuando que no me dan las horas para tanta tarea. eso sí, ojalá me pueda quedar así todo el tiempo que necesite :)

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    1. Hola Bego,

      Es un horror lo de las tareas del hogar pero yo estoy a gusto porque me compensa el tiempo con mis niñas.

      Gracias por pasarte a visitarme.

      Un saludo

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