sábado, 31 de agosto de 2013

Sábado de sensaciones (VIII): Ganar el Norte



Naturaleza

Subía una de las empinadas calles de Santillana del Mar, preciosa villa cántabra, cuando en un momento dado miré a la derecha y encontré este rincón solitario que me estaba esperando para que me lo llevara en el bolso. Y eso hice, lo capturé y me lo guardé para siempre.


Instantes

Despertar en medio de un paraje de ensueño, mirar por la ventana y ver cómo el día te saluda y te invita a dar una vuelta. Sentirte dichosa y querer paralizar el tiempo.



Gentes

No me queda claro si esta foto es instantes, gentes, naturaleza o urbana. Es un poco de todo ello a la vez.

Mis hijas encontraron un diente de león y me dijeron "mamá pide un deseo". Y yo lo pedí mientras tras de mí el río discurría ajeno a mis anhelos. 

El pueblo es Liérganes. Me ha gustado mas que Santillana, he de reconocerlo.



Sábado de Sensaciones en una exposición fotográfica virtual de carácter quincenal ideada por Bea Mamadedos y alentada por La Morada de Nieves. Para participar solo tienes que publicar de 1 a 3 fotos en tu blog y etiquetarlas en las siguientes categorías: Urbana, Naturaleza, Gentes, Instantes, Sabores y Sonrisas. Las fotos pueden ser tomadas con cámaras convencionales tipo reflex, compactas digitales o móviles. Más adelante se organizará una gran exposición con las fotos de todos los participantes.
Recuerda que debes hacer una referencia al carnaval en el título de la entrada, copiar al final del post el código inLinkz e incluirte en la lista de participantes (no hay que enlazar la página principal de tu blog, sino el post del Sábado de Sensaciones).
Para conocer cómo surgió la idea del Sábado de Sensaciones y sus reglas puedes visitar el blog de Bea Mamadedos y La Morada de Nieves
1. Bea Mamadedos  6. El rincón de Mixka  11. creandyy  
2. La Morada de Nieves  7. La alcoba de blanca  12. Simplemente Yo  
3. La Isla de la Música  8. Una mama en la luna  13. Bego (Much more than I am)  
4. anya  9. Diario de una Madre  14. El Patio de Alba  
5. Muriel y yo. Diario de una mamá primeriza  10. Trimadre a los treinta  

(Collection closed)
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5. Muriel y yo. Diario de una mamá primeriza  10. Trimadre a los treinta  

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miércoles, 21 de agosto de 2013

Momento musical: música de verano

Vuelvo a este querido carnaval en plenas vacaciones para recordar un tema que me acompaño durante muchos años en mi repertorio musical. Fue el primer disco que compré en iTunes y todo el sabe a verano y evoca momentos de relax, vacaciones, terrazas, mar y playa, noches de estrellas fugaces.

Esta es mi canción favorita.

Que la disfrutéis.





martes, 20 de agosto de 2013

Nostalgia



Al pasar por su cuarto vi la puerta entreabierta y un par de sandalias pequeñas tiradas en el suelo con despreocupación. Había visto su calzado desperdigado por las distintas estancias de la casa en infinidad de ocasiones. Aquella mañana, sin embargo, mis ojos se quedaron clavados en esa imagen mientras algo muy parecido a la nostalgia empezaba a invadirme sin compasión.

Veía sus pies del treinta y su cuerpo, el más pequeño de la casa, a pesar de que su magnitud  supera todos los percentiles del mundo blanco. Tiene cuatro años ya, casi cinco. O cuatro años todavía, según se mire. Si echo la vista atrás soy consciente de que un día fue diminuta, aunque yo sólo pueda intuirlo pues la conocí cuando ya era una criatura que llevaba, más o menos, cinco meses en el mundo. Me voy a remirar las fotos y descubro que un día no tuvo pelo o sólo tenía unas escuetas anillas que prometían una poblada melena ensortijada. Que tomaba bibes y llevaba chupete. Que sus pies eran de un número 16 ó 17. Que llevaba ropa de 6 a 9 meses. Que iba conmigo apretujada en el foulard que un día me regalaron mis amigos y que tanta ilusión me hizo. Que pronto empezó a crecer mucho más rápido que cualquier niño de su edad y la ropa heredada de su hermana le quedaba estrecha y corta.

El tiempo vuela. 

Mi hija mayor está cerca de cumplir una década y se acerca a esa adolescencia que tanto temo. Aún tengo la suerte de disfrutar de su inocencia y su mente infantil, pero sé que el tiempo se está agotando. Si me retrotraigo a la época en la que era un bebé, se me pone un nudo en el estómago aún mayor. 

No sé muy bien por qué me sucede esto ya que en estos momentos me siento feliz por recuperar parte de mis espacios de libertad perdidos con la maternidad y que tanto ansiaba volver a disfrutar.

Es como echarlas de menos antes de tiempo. Una especie de nostalgia del futuro. Empiezo a darme cuenta de que voy a añorar tanto a mis niñas que no sé si seré capaz de soportarlo. Sus voces infantiles, sus risas descontroladas, sus preguntas, sus juegos y hasta sus llantos cuando se caen o se han hecho una de esas heridas que se curan con una tirita de animales. 

Poco a poco la ropa del armario va cambiando de talla. Mientras  su infancia se desdibuja.
Y esa imagen que ahora veo cada mañana de los zapatos de L.E. se borrará de mi vista como lo hizo la de los zapatos de L. 

Esa será la señal de que su infancia se ha ido para no volver.
Deseo con todas mis fuerzas que en un rincón de sus cuerpecitos sigan manteniendo para siempre un hueco para las niñas que, todavía, son.





domingo, 18 de agosto de 2013

Pereza

Suena el despertador a las ocho. Quiero salir a caminar por la playa y me da hasta pereza buscar el móvil para apagar el desagradable sonido Marimba. Le doy al botón posponer y me doy la vuelta. Repito esto cuatro veces más y me levanto a regañadientes antes de que marío empiece a jurar en hebreo.

Bajo a la cocina y veo con desilusión que no queda café de ayer y me toca poner la cafetera. Esfuerzo sobrehumano. No me apetece. Pero la acabo poniendo cuando me doy cuenta de que estoy dormida de pie. Tirar el café usado, limpiar el filtro y rellenarlo con nuevo café se me aparecen como tareas que requieren una alta sobrecarga intelectual.

Desayuno tranquilamente en la terraza mientras leo revistas del año 2011. Es lo que tiene la crisis que ya ni al kiosko vamos. A pesar de que ya he leído los artículos varias veces, me regodeo en ellos porque no me apetece levantarme para ponerme en marcha. Reviso whatsapp, twitter, facebook...El País, El Mundo y las estadísticas de Blogger. Van siendo más de las 9 y el sol empieza a picar un poco. Sólo de pensar lo que me espera se me quitan las ganas de tener ganas.

Me armo de valor, me pongo las gafas de sol y me enchufo los auriculares. Venga, que luego te vas a sentir mejor. Un poco de automotivación.

Una hora y unos cuantos especímenes playeros después regreso a casa. 

Es el momento ideal para relajarse en la playa. Si no fuera por la pereza que me da cambiarme de ropa, recopilar todos los bártulos, preparar a las niñas, echarnos la crema solar, beber agua y todos esos menesteres pre playa tan amenos y que tanto me gustan. 

Por fin estamos frente al mar. Tengo un libro en la bolsa esperándome. Primero voy a tomar el sol un rato y si acaso ya luego. El agua está buena, me dicen. Aún así me hago la remolona. Acabaré remojándome a punto de irnos. Cojo el móvil de nuevo, reviso el correo. Todo promociones. Venga va. Voy a abrir el libro. Las niñas juegan entre risas y construyen volcanes y muros, castillos y naves. El tiempo pasa al ritmo de las olas que repiten su canción sin aburrirse.

Qué pocas ganas de volver a casa. Otra vez a recoger todo. Otra vez a quitarse la arena y la sal. 

¿Qué dices? ¿Qué hay que ir a comprar? Ay mija, qué perezón. Pues me voy así, tal cual, con estos pelos y estas pintas.

Volvemos. Me entra la gran duda entre tumbarme en el sofá o en la cama. Tal vez me siente de nuevo en la terraza. Tal vez vuelva a intentarlo con el libro o mejor, voy a revisar el móvil.

Llega la hora de poner la mesa. Comer. Otra vez.

Luego recoger y fregar. Qué sueño.

Nos vamos a echar un siesta para recuperar fuerzas. Cómo me gusta esa sensación de cerrar los ojos mientras el libro se me cae encima.

Al despertar, paseíto cerca del mar o charleta familiar o juego de cartas. Qué estrés. Qué mala vida.

Tras una cena frugal, de nuevo un paseo tranquilo. O tal vez no. 

Qué el día ha sido duro.

Mañana Dios dirá.


sábado, 17 de agosto de 2013

Sábado de sensaciones (VI): Verano



Urbana

Templo de Debod de Madrid, una tarde de primeros de agosto. Íbamos camino de El Palacio Real porque a esa hora había entrada gratuita, con la esperanza de conseguir acceder al regio edificio.

Unos dos kilómetros de personas después tomamos conciencia de que no lograríamos nuestro objetivo y cambiamos de plan. Las nubes y el viento de aquel día nos regalaron imágenes como ésta...


Instantes

... Y esta otra. 

Miradas al horizonte llenas de impaciencia infantil por alcanzar el futuro de los adultos que ellas creen tan atractivo.



Naturaleza

El sol, el mar, la tierra a lo lejos. Una mañana cualquiera de verano, viendo pasar las olas y las horas.


viernes, 16 de agosto de 2013

Todo vale en vacaciones


Si te levantas un día del fin de semana y tienes que ir al centro de la ciudad a hacer recados, lo normal es que te vistas medio decente, con ropajes que tapen tus vergüenzas, e intentes conjuntar la parte de arriba con la de abajo, te peines un poco si sigues teniendo pelo y te calces algo cómodo que te permita caminar durante un rato sin desear estrangular al inventor de los tacones. Quién, como no podía ser de otra manera, fue un hombre (Luis XIV).

Si vas en coche, procuras respetar más o menos las normas de tráfico, parándote en semáforos rojos y señales de stop. Si vas en bici o en moto, intentas llevar más cuidado porque sabes que tu integridad física está en mayor peligro que la del resto de los conductores que te rodean. Si eres peatón, prefieres ir por la acera a pasear por la carretera y cositas así.

En cambio, si ese mismo día del fin de semana estás de vacaciones en la playa, la cosa cambia. Te pondrás lo primero que pilles en el armario, muchas veces arrugado porque en verano no se plancha. No te importará el uso de transparencias porque llevarás el bikini debajo. Y ya puestos, te verás tan sexy con ese vestido ibicenco que decidirás llevarlo también con ropa interior debajo, incluso te parecerá adecuado llevarlo con esa ropa color visón. Aunque seas una respetable madre de un bebé y ya no cumplas los 40. A lo Angeline Jolie. Bueno no, que ella lleva lencería de La Perla.

Si eres hombre te parecerá normal ir enseñando tu torso desnudo lleno de pelos a la humanidad. Porque hace calor y total, todo el mundo va así. Incluso si los pelos también pueblan tu espalda.

También creerás que no lavarte el pelo es bueno porque la sal te lo deja precioso y lucirás tu melena apelmazada con sombreros borsalinos o pamelas de paja compradas en el mercadillo. Tus pies lucirán cualquier cosa que te permita bajar a la playa y no quemarte en la arena, ya sean unas hawaianas temporada 2013 o unas cangrenjeras que los 70 que tu madre guardaba en un baúl. Ahora todo lo vintage mola mucho.

Cuando salgas a la compra en coche, indistintamente irás por un carril u otro porque como eres un poco guiri crees conducir por la izquierda como en UK. Pasarás siempre que puedas de los semáforos, stop y demás señales insidiosas. Luego aparcarás sobre cualquier trozo de tierra disponible, aunque sea una acera con Vado y la Guardia Civil pase por delante de ti. 

Si eres peatón, pasearás por cualquier lugar que encuentres a tu paso, no importa que sea un arcén en sentido idéntico al de los coches que tratarán de esquivarte mientras buscan en la guantera el disco de Camela que compraron en el bar de carretera aquel. 

Si vas en bici, irás haciendo carreras con los gualtrapas de los vehículos, sin luces ni chaleco fosforito por la noche. ¿Para qué? Estás en la playa y nunca pasa nada. 

Lo mejor de las vacaciones es la libertad. 

Me encanta.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Especímenes playeros (II)

Uno de los placeres de las vacaciones es levantarse temprano, si es posible tras haber dormido ocho horas, ponerse el pantalón corto y la camiseta, calzarse las deportivas y salir a caminar por la playa mientras se escucha música.

Es mi rato. Mi momento en soledad. Mi espacio para la meditación (más bien pseudomeditación, no se me enfade ningún entendido). Cuando se me ocurren las nuevas ideas para la vida. Para el nuevo curso que empieza. Como empezar a cocinar más sano, pintar la habitación, comprar algún mueble de Ikea o empezar a ahorrar para hacer un viaje de ensueño. 

Ayer disfruté de este placer mañanero. Disfruté sí, pero no precisamente en soledad.

Como se me pegaron un poco las sábanas, pude comprobar cómo decidimos calzarnos las zapatillas unos cientos de veraneantes más. Qué barbaridad, qué muchedumbre por el paseo y el carril bici. Tal era la variedad y cantidad de personajes que encontré a mi paso, que no pude resistirme a tomar nota de ciertos detalles a fin de redactar otra crónica playera.

Así, esta es una pequeña de lista de nuevos especímenes playeros:

- El deportista nato: puede ser hombre o mujer. Corre en soledad, a un ritmo constante y lento, para aguantar más. Tiene el cuerpo muy delgado (a veces exagerado) y muy musculado, tipo Madonna, no digo más. Nunca le verás con una camiseta de Gusanitos Risi o Contrucciones Hermanos Martínez. Se nota que las zapatillas cuestan más de 100 euros. A los que andamos nos miran como diciendo: "nunca llegaréis a nada".

- El matrimonio mayor que sigue enamorado. Caminan sin prisa y sin pausa, van cogidos de la mano. Con calzado cómodo y  ropa adecuada a su edad. Nada de hacer el ridículo con pantalones por la ingle y cosas así. Dan buen rollo. Se nota que disfrutan de la vida y de su compañía mutua. Quiero ser así de mayor.

- La madre y la hija horteras. Lo siento, esto es así. No se puede pretender salir a la calle puesto de pantalón corto de chándal por la rodilla, camiseta ajustada que muestra tres filas de michelines y camisa floreada abierta por encima, calcetín a media pierna, más riñonera, y pretender que no te llamen hortera. Señoras por favor, en el Decathlon hay ropa deportiva a precios populares. Y las camisas encima de la ropa, aunque estén de moda, no son lo más trendy para salir a hacer deporte.

- El (que se cree) guaperas. Señores, salir a pecho descubierto, máxime cuando tenemos unos abdominales curtidos en el bar de abajo y falta de depilar, con un mini short como única prenda que tape nuestras vergüenzas, no es sexy. Que vale que hacer calor, pero para eso está la playa. Lo suyo  tal vez sea la natación, ¿lo han pensado?

- La madre con el perro y el carrito de bebé. Va como zombie. Por su aspecto se la ve que no ha dormido mucho y que lleva ya varias horas en la calle. El bebé por fin se ha dormido. Una ligera sonrisa asoma en su rostro al saber que su churumbel no va a llorar por unos minutos. La miro con compasión y casi me dan ganas de decirle que abra un blog.

- La estilosa. Esta es como la madre perfecta de mi post anterior o la madre cañón que decía Paula en los comentarios. Parece salida de una revista Elle. Mallas por la rodilla negras y camiseta negra de un sola manga. Gafas de sol y visera. Zapatillas molonas. Es mi modelo a seguir para la siguiente temporada. 

Este año me conformo con los pantalones cortos de mi sobrina (ya me vale) y la camiseta con algún agujero que uso para hacer pilates. Las zapatillas las tengo ya unos 7 años, de esas para ir al gym. Y mi minibolso para meter el móvil. A veces me pongo una gorra de publicidad de mi padre color rojo.

En este momento debe haber alguien escribiendo un post sobre especímenes playeros hablando de mí. Como si lo viera.


martes, 13 de agosto de 2013

Especímenes playeros (I)

Paso gran parte del invierno añorando la playa, el ruido del mar, el viento en la cara, el agua salada en la piel, andar descalza por la orilla... Sin embargo, una vez que llevo más de veinticuatro horas aquí empiezo a verlo todo con otros ojos y me asalta la duda de por qué mi mente se empeña en dulcificar el recuerdo de mis días en la costa ¿Por qué?

Llevo aquí tres días y sólo he bajado hasta el mar dos mañanas. La primera estaba aún con el subidón del inicio de los días de asueto. Miraba extasiada el horizonte, los barquitos, las nenas haciendo castillos. Todo instante me parecía ideal para una foto. La frase que más repetía era "qué gusto, esto es vida". Tan obnubilada me encontraba que mis ojos estaban ciegos y sordos a los especímenes playeros de toda casta y condición que pueblan nuestro litoral mediterráneo. Hasta hoy.

Hoy lo he recordado todo de golpe. Eso que mi alma se empeña en olvidar cada septiembre por puro afán de superviviencia. Sabe que si no lo hace, el año siguiente lo pasaremos al calorcito de Madrid y ¿quién aguanta eso pudiendo disfrutar de la calidez murciana?

Así que he pensado que voy a utilizar este rinconcito mío para dibujar los diferentes tipos y tipas con los que me encuentro, a ver si alguien es capaz de decirme si es que yo tengo muy mala suerte o realmente se trata de modelos de personas preestablecidos que van incluidos con el pack de vacaciones playeras:

- El matrimonio con hijos que sólo se hablan si tienen algo que insultarse. El niño llama a la madre gilipollas y ella ni se inmuta. Le echa arena sin parar y ella ni le mira. Luego prueba con el padre, y lo deja tras su frase en la que dice que va a defecar sobre el rey o algo parecido. A cierta hora se marchan dejando tras de sí el enorme vacío de sus vidas.

- La familia completa y extensa (padres, madres, tíos, abuelo, sobrinos, hijos) que hablan con tus hijas a escondidas (las mujeres) y como no pueden evitar su ansia de cotilleo al no ver varón cerca se permiten hacerles preguntas a mi hija mayor del tipo: ¿tú también eres adoptada? y luego lo van contando a voz en grito como si tú no estuvieras ahí: "me ha dicho que ella es de Etiopía y la otra que ella no es adoptada, que ella es de su mamá". Como lo dudo señora, como dudo que mi hija haya dicho semejante cosa. Las dos son de su mamá y ellas lo saben perfectamente. Si quiere saber algo, pregúnteme a mí que ya veré yo si le respondo. Todos los años y casi me atrevo a decir que todos los días me encuentro a alguna variante de este espécimen en la playa. ¿Será su hábitat natural? Hace un par de años una petarda nada más conocerme me preguntó que cuánto me había costado mi hija.

- La parejita despreocupada, que bajan casi sin toalla a la playa, en bikini y bañador, sin un pareo ni camisetas ni nada, como diría mi madre, a cuerpo. Sólo llevan un paquete de tabaco con un billetito de 20 euros dentro para tomar el aperitivo en el chiringuito. Y sus hormonas revolucionadas. Envidiaca.

- La boda rociera, perdón, la familia gitana moderna. No son los que gritan en el mercadillo que quien no lleva bragas es porque quiere. Son un poco más sofisticados. Hablan empleando todas las palabras y sílabas y los niños no llevan mocos colgando (sé de lo que hablo, viví junto a una calle de gitanos hasta los 15 años). Lo único es que son muchos, muchísimos, y que se pasan el rato comiendo y bebiendo sin parar y tú mientras que te has olvidado la botella de agua para las niñas. Ays.

- La madre perfecta. Lleva la manicura y pedicura recientes. El pelo cuidado, sin el color pajizo que adquieren las mechas en verano. Viste uno de esos conjuntos a juego con el trikini de marca y calza unas estilosas sandalias de plástico. Sus gafas de sol y su sombrero le dan un aire distinguido y chic. Porta una de esas cestas de paja ibicencas, ideales para las mañanas de playa. Ni un gramo de celulitis, ni un granito en la cara, talla 38. Tiene dos hijos pequeños entre tres y cinco años, rubísimos y monísimos. Que se portan fenomenal mientras ella lee un libro. Después los tres se bañan un rato y juegan sin parar de reír en el agua. Llega el papá. Alto y atlético, morenazo. Les trae unos aperitivos a base de frutas y cereales. Los cuatro juntos hacen el castillo de arena más espectacular de toda la playa. 

¿Adivinas cual de los cinco especímenes es de ficción?

A ver mañana con qué me encuentro. Vivan las playas desiertas si es que existen.






viernes, 9 de agosto de 2013

Canciones para un verano

Hoy es 9 de agosto. Viernes. A las 3 de la tarde comienzan mis soñadas y merecidísimas vacaciones. No podría estar más contenta. Vale, admito que lo estaría si mi destino fuera una de esas islas lejanas paradisíacas con hoteles de lujo con mayordomo y cosas así.

Me voy con la incertidumbre de no saber qué será de mí a la vuelta. De si cambiaré de trabajo o no. De si cambiaré de ciudad y de país. De qué proyectos me esperan, qué nuevos retos, qué nuevas conversaciones, personas, lugares, rutinas, momentos. Si todo seguirá igual o cambiará radicalmente.

Finalmente me han dejado así, sin saber qué será de mí. Así que, no me queda otra que olvidarme de la cuestión y vivir estas tres semanas como si fueran mis primeras vacaciones, con toda la ilusión y las ganas que llevan agazapadas detrás de mi cama todo el mes de julio (no sabía que había meses que valían doble, el 2x1 de los meses señores y señoras)

Como punto y final este curso académico-laboral, voy a dar la nota a mi modo. Con unos temitas que me gustan mucho y que de una manera u otra, considero perfectos para poner en el coche mientras disfrutas del viaje hacia las soñadas vacaciones o para salir a caminar por la playa al amanecer (vale, al amanecer no, un poco más tarde).

Muse Uprising


30 Seconds to Mars-Closer To The Edge


Primal Scream- It's alright, it's OK

 


L.A.-Outsider
 

Rokia Traoré-Beautiful Africa

 

The Strokes-Last Nite

 


Arcade Fire-Ready To Start

 

Bobby Hebb-Sunny



¡Feliz verano 2013!

AVISO IMPORTANTE: Este blog no cierra por vacaciones. Seguiré escribiendo al ritmo que me marquen los días. No te olvides de pasar por aquí de vez en cuando.

jueves, 8 de agosto de 2013

Todos somos importantes o cómo mejorar nuestra autoestima

"Eres guapa, eres lista, eres importante" 

Frase extraída de la película Criadas y señoras.

Hace unos meses hablé por aquí sobre la importancia de fomentar la autoestima en nuestros hijos. Creo que es algo que nadie se atrevería a negar, ¿verdad? A mí personalmente es algo que me interesa mucho y que creo vital para trabajar la inteligencia emocional de los niños. Es un tema que me encanta y por eso sigo de cerca blogs que lo tratan con asiduidad, como por ejemplo el de mi querida Mamá qué sabe.

Pero hace unos días, hablando con una amiga especial sobre esta cuestión, me planteé algo obvio y de lo que muchas veces nos olvidamos de hablar. ¿Qué pasa con nuestra propia autoestima?

"Autoestima es ese sentimiento que se encuentra en lo más profundo de tu piel y que habla de ti propio valor" según el famoso conferenciante Denis Waitley (si no le conoces no te preocupes, yo acabo de hacerlo gracias a Womenalia).

¿Cómo vamos a conseguir que nuestros hijos tengan una alta autoestima si la nuestra está por los suelos? 

Básicamente, remontándola. No podemos dejarla ahí tirada, ni pretender esconderla, pues tarde o temprano va a salir a la luz (cada día) y nos va a cortar las alas para ser las personas que realmente somos. Todos somos importantes. Todos tenemos un valor. El problema es cuando nos miramos al espejo y no lo vemos. O peor, no nos miramos al espejo porque no nos gustamos y nos da miedo.

Hace poco alguien me dijo, a propósito de la autoestima de mi hija, que todos y cada uno de nosotros tenemos nuestra pequeña o gran sombra sobre el tema (que se lo pregunten si no a las mujeres de la fantástica campaña de Dove) y que SÓLO nosotros tenemos la fuerza necesaria para fortalecer esa imagen personal, ese autoconcepto que nos llevará a engrandecer nuestra autoestima. 

Evidentemente podemos ir a terapia si lo consideramos necesario. Si creemos que la situación llega a ser patológica. Aunque no siempre será así. Es en estos casos cuando podemos poner en práctica pequeñas acciones que, a simple vista pueden parecer nimias, y que en realidad nos permiten obtener muy buenos resultados en poco tiempo. 

A la amiga que me hablaba de su baja autoestima, que repetía que ella no estaba a la altura, no tenía la calidad suficiente, no tenía éxitos en su vida más que su familia (y yo añado, que tener éxito con tu familia es el mayor de los éxitos y el que te lleva a todos los demás), le propuse una pequeña actividad.

Hacer una lista diaria de sus éxitos, por muy pequeños que estos fueran, por muy absurdos que le parecieran, como hacer unas tostadas. Y al cabo de un mes repasar esa lista para darse cuenta de la cantidad de cosas que sabía hacer bien.

A través de Elsa Punset descubro además la importancia de los fracasos. Como una forma de ayudarte a ser mejor. En el vídeo adjunto habla de ello y es muy curioso ver cómo la gente por la calle es capaz de hablar de sus fracasos y recibir un simbólico Oscar por ellos. 

Así que a mi propuesta de la lista de éxitos, añado la idea de confeccionar una lista de fracasos, no del día a día, sino del pasado. Al lado de cada fracaso, escribir la enseñanza que podemos extraer de ellos, por absurda que nos parezca.

 
Al hilo de la autoestima, recomiendo otro vídeo de Elsa Punset hablando de la autoaceptación, donde propone a la gente un sencillo, aunque duro, juego. Ponerse delante de un espejo y quedarse tres minutos mirándose para después decir en voz alta algo bueno de uno mismo (aunque no te lo creas mucho).

No te pierdas este fabuloso vídeo que he encontrado en la web Autoestima Blog. Se trata de una niña de tres años que hace a la perfección el ejercicio del espejo. ¿Te imaginas haciendo lo mismo tú ahora? ¡Seguro que da subidón!





Para terminar dejo el vídeo sobre la aceptación del que hablo más arriba, en la que dicen una frase que me encanta:

"Estamos acostumbrados a buscar la felicidad fuera de nosotros y no en nosotros mismos, cuando realmente hay que empezar por uno mismo" (o algo parecido)

¿Qué? ¿Empezamos?

(Dedicado con cariño a C.)



miércoles, 7 de agosto de 2013

La ladrona de secretos


La primera vez que robó un secreto sintió un cosquilleo en el estómago que interpretó como algo bueno. Una sensación de felicidad inmediata, como cuando compras esos zapatos que tienen tu nombre en el escaparate desde el inicio de temporada. O das cuenta de un bocadillo con pan caliente y nocilla. O tomas el primer sorbo de coca cola bien fría en una tarde calurosa de verano.

Así que pensó que sería buena idea seguir haciéndolo y decidió convertirse oficialmente en ladrona. Para poder llevar a cabo su plan de forma efectiva, tuvo que aprender a transmutarse. Robar sus tesoros sin levantar sospechas requería de la adopción de formas diversas. Unos días aparecía vestida de sinceridad, otros de amiga del alma, las más de las veces de botella de ginebra y hasta hubo una vez que tuvo que vestirse de sacerdote, disimulando su feminidad para no ser descubierta.

Pronto su casa se llenó de secretos que pesaban toneladas.

Como el de la niña que prefería ser niño.

Como el del chaval que había empezado a drogarse.

Como el de la amiga que odiaba profundamente a su mejor amigo.

Como el del hombre casado que fantaseaba con otras mujeres.

Como el de la niña que no se atrevía a contar lo que le hacía su tío en aquel cuarto.

Como el de la madre que añoraba ser no madre.

Como el de la adolescente que quedó embarazada.



Lo prohibido, lo vergonzoso, lo temible, lo inconfesable. Cosas que la gente guardaba muy escondidas. A salvo de los juicios. A salvo de los otros. Pero no a salvo de sí mismos.

Cuando la ladrona robaba un secreto, su dueño sentía como si flotara por el espacio como una astronauta o buceara desnudo en el mar.

Qué paz.

Qué libertad.





martes, 6 de agosto de 2013

Tres películas sobre adopción que recomiendo

Leo en el blog Double Vision un post muy interesante sobre las sorpresas con las que se sigue encontrado la autora, Tracy Raz, diez años después de haber adoptado.

Habla de que aún se sorprende ante la pregunta de su hija adoptiva acerca de por qué su madre de nacimiento no la quería y la abandonó (tras ocho años de escuchar la historia continuamente). También la dejan estupefacta las preguntas de sus amigos acerca de dónde está la madre de la niña, cómo es y si hablan con ella a menudo, puesto que LA MADRE de su hija es ella (aunque obviamente existe la otra madre, lo que le sorprende es el uso del lenguaje que aún hacen sus amigos más íntimos y, por tanto, que mejor conocen la forma apropiada de hablar de adopción). Otra sorpresa es comprobar cómo los profesionales de la adopción dicen a la gente cómo han de vivir "la espera". Considera que cada uno debe vivir esa espera como mejor sepa y quiera, sin seguir ninguna norma establecida.

Los dos últimos puntos a los que alude son los que más me han impactado. Dice que dentro de la comunidad adoptiva existen aún muchos prejuicios. Existen personas (no todas, menos mal) que adoptan en nacional (hablamos de Estados Unidos) creen que las personas que adoptan internacionalmente lo hacen de forma oscura e ilegal, coartando a las familias de origen para que entreguen sus bebés en adopción. Incluso algunos hablan de compra-venta de niños (sí, la sombra más oscura de la adopción que la semana pasada no quise incluir en mi post de las sombras de la maternidad adoptiva, y que Mamá Gnomo me recordó) para evitar las adopciones abiertas. Yo pensaba que esto sólo sucedía entre personas ajenas a la adopción, poco o nada informadas, que asumen estas ideas erróneas "gracias" a las noticias que aparecen en los medios (las que hablan de estas horribles situaciones) o a la visión de películas que tratan de forma desafortunada el tema. Me quedo, más que sorprendida, dolida. Por supuesto que, desgraciadamente, existen las malas prácticas pero, como bien dice la autora del post, son mayoría las buenas, las que no salen en los medios y apenas aparecen en las pelis.

Sobre este tema profundizaré más adelante. Quiero dedicarle un post o varios. Con conciencia y realismo a la vez que con cuidado y meticulosidad.

Para finalizar, el post alude a la forma en que se trata la adopción en la ficción, en pelis, libros y series. Y aquí es cuando he pensado "tengo que hacer un post sobre esto". He metido en Google las palabras "películas sobre adopción" y he encontrado un blog dedicado íntegramente al tema: Películas y adopción.

Entonces me he dado cuenta de que no he visto la gran mayoría de ellas y que ya tengo algo más que hacer los próximos meses.

De toda la lista, he visto algunas y de ellas, quiero recomendar hoy, tanto por su calidad como por la forma de enfocar la adopción, las siguientes:

> Vete y vive: no puedo evitar llorar a moco tendido al ver esta extraordinaria película. Creo que todos los padres adoptivos la hemos visto porque alguien nos la ha recomendado. Al menos los que hemos hecho adopción transrracial. Si es tu caso y no la conocías, te la recomiendo encarecidamente. También si acabas de embarcarte en el proceso adoptivo o piensas que podrías hacerlo en el futuro.

Altas dosis de emoción y de zarpazos de realidad. Se mezcla el dolor del hijo que ya mayor tiene que dejar a su familia de origen, el dolor de la madre biológica, el de la madre adoptiva al ver que discriminan a su hijo por ser negro, el del padre que no llega a conectar...Duele, sin embargo, es necesaria.


 > Madres e hijas: buenísima película, que recomiendo a todas las madres y todas las hijas. También a los padres e hijos. Trata de lleno el tema de la adopción, sin embargo, creo que puede interesar a cualquiera, no sólo por la temática sino también por su calidad artística y técnica.

Habla de inseguridades y miedos, de nuevo de dolor, de conflictos de pareja ante visiones distintas de la maternidad/paternidad, del deseo de ser madre, de la necesidad de ser querido, de segundas oportunidades, de amor incondicional.




> Juno: esta película se llevó multitud de premios en su día, entre ellos el Oscar al mejor guión original. Aborda el tema de los embarazos no deseados en la adolescencia y las adopciones abiertas. Y lo hace desde la honestidad y sin dramatismos, con un ligero sabor agridulce y rebajando la emocionalidad con ciertas dosis de sentido del humor. Es la menos dramática de las tres propuestas.


Como deberes me pongo el revisar las pelis de la lista del blog mencionado más arriba. Muchas gracias a su autor por el trabajo de recopilarlas y criticarlas. Me espera un largo camino por delante.