domingo, 12 de febrero de 2017

Chica, 13 años y pasa los sábados en la Universidad haciendo Mates


Mi hija mayor cursa 2° de la ESO. Hasta hace dos años las matemáticas eran una asignatura más para ella. Sacaba buenas notas como buena estudiante que es,  y ahí quedaba la cosa. No era su asignatura favorita ni mucho menos.
Cuando empezó la secundaria le tocó en suerte un buen profesor de matemáticas, uno que motiva a los niños y les hace amar una asignatura que en principio suena a algo muy difícil y un poco rollo. Él dice amar esta materia y como tal imagino que contagia a sus alumnos. Al menos lo ha hecho con mi hija y con muchos de sus compañeros, para quienes sacar menos de un 7 es un dramón de proporciones catastróficas.
Nunca he ido a una de sus clases aunque​ me gustaría. Para mí es algo mágico que un profesor logre inculcar en sus estudiantes la motivación y las ganas de aprender, cada día más, con nuevos retos.
Tanto le entusiasmaron las mates a L. que el curso pasado se presentó a un examen para lograr ser admitida en el programa Estalmat.
Hace casi veinte años que se creó esta iniciativa por parte de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.  Estalmat significa Estímulo del Talento Matemático y su objetivo es "detectar, orientar y estimular el talento matemático excepcional para estudiantes de 12 y 13 años  sin desarraigarlos de su entorno".
Cada sábado mi hija tiene la suerte de participar en el programa de Madrid. Madruga y se va a la Facultad de Matemáticas de la Universidad Complutense, a hacer problemas de mates con otros 24 niños de su promoción y con los profes que forman parte de este interesante programa, donde los adolescentes aprenden álgebra, geometría y cálculo, entre otras cosas, de una forma divertida. Tres horas cada sábado, que son para mi hija de las mejores de toda la semana. El programa se inició en Madrid y ahora se imparte en muchas otras comunidades como Cataluña, Castilla León, Castilla La Mancha, Canarias, Andalucía y Galicia.
La intención última de todo esto es aumentar el número de vocaciones por las matemáticas y, en general, por las carreras científicas, con el fin de aumentar el nivel de nuestro panorama científico en España.
Supongo que no es suficiente, que debería haber más proyectos de este tipo y que su extensión debería alargarse más allá de los dos años. Además, sería fabuloso que todo ello se complementará con programas para incentivar y promover la ciencia entre las niñas, porque es evidente que algo no funciona y que algo debe hacerse. Todo puede mejorar, siempre. Sin embargo, eso no le quita mérito al asunto y a todas las personas que lo hacen posible.
Sentimos que tenemos una enorme suerte de que nuestra hija forme parte de Estalmat y estamos muy agradecidos por ello. No sé ella llegará a enfocar su vida hacia la ciencia o hacia algo completamente distinto. Lo que creo es que si decidiera lo segundo, no sería por sentir que no puede por ser chica o no vale por no ser chico. Pues ella no siente para nada que por ser chica vaya a hacerlo peor que un chico o que el haber nacido mujer le impida estudiar cualquier  carrera. Y eso es mérito de sus profes del instituto y de Estalmat.
Porque eso está pasando amigos, a día de hoy. Eso de que una niña no tiene que pensar en ciertas cosas de chicos, como ser astronauta o investigadora en el CSIC. Viene de muy lejos, de las creencias y valores inculcados en la sociedad y en las casas de cada uno a través de los siglos y que hoy, en la era de la robótica, la inteligencia artificial y los coches que van a volar, persiste.
Ayer fue el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, y se publicaron montones de artículos sobre el tema, con cifras espeluznantes sobre el escaso papel que la mujer representa en la historia y en el presente de la ciencia.
Por ejemplo, en España sólo un 7 % de las niñas de 15 años se plantean estudiar una carrera técnica. Y eso no es porque el cerebro femenino esté peor dotado para la ciencia o que a las mujeres nos guste más ser enfermeras o periodistas.
La triste realidad es que desde que son niños les vamos llevando por ese camino. Mi suegra cuenta una anécdota de cuando era cría y su madre, sorprendida porque todas las notas del colegio eran muy altas excepto las matemáticas, fue a hablar con la profesora. Y esta le dijo: "no se preocupe, si para lo que va a necesitar ella las matemáticas siendo mujer". Acabo estudiando Químicas y ha sido profesora de Ingeniería Industrial hasta que se jubiló.
Es penoso que Maryam Miizakhani haya sido la primera mujer en recibir la medalla Fields, algo así como el Nobel de Matemáticas, en 2017. Y que nombres que aparecen con frecuencia en los doodle de Google ni nos suenen.
Pasa también en el arte, en la política, quizá algo menos en la literatura, y en prácticamente todas las áreas de la vida, sobre todo si hablamos de puestos de responsabilidad o de salir en los libros de texto.
Queda mucho por hacer. Confío en que poco a poco las cosas van a mejorar y que en breve habrá tantos hombres como mujeres en todos los ámbitos de la vida, dedicándose a lo que realmente les gusta y para lo que especialmente dotados, independientemente de su sexo, color, procedencia o ceros en la cuenta corriente de sus padres.