miércoles, 27 de abril de 2011

Eres la mejor mamá del mundo

Esta frase me encanta, ¿a quién no le gusta que le digan cosas así?. Sé que no la merezco porque, aunque me creo buena madre (casi todo el tiempo) ni mucho menos soy la mejor de las mejores. Pero claro, si tu retoña te lo dice, y máxime si en tu mente se estaban disparando los pensamientos negativos del tipo "tengo que jugar más con las niñas, tengo que perder menos los nervios, etc", pues te quedas más ancha que larga (esto cada vez es más verdad y más hoy que acabo de volver de vacaciones).

Tengo dos hijas preciosas y listísimas (lo habitual de todas las madres). Y a las que quiero hasta el infinito y más allá. La gente puede que piense al verme con ellas que no puede ser. La gente ignorante claro. Que como voy a querer por igual a la blanca (que llevé en la tripa) y a la negra (que adopté). Pues sí, es posible, te lo digo yo. Las quiero a raudales a las dos aunque hayan llegado a mí por dos caminos muy diferentes pero con un denominador común: el AMOR (valga la cursilada).

El caso es que hoy me ha dado un arrebato y me he decidido a contar las cosas que me pasan con ellas por escrito. Me da mucho pena olvidar esos geniales momentos que ambas me regalan todos los días, y para muestra la conversación de la cena de hoy.

Mi princesa primera tiene 7 años y mi princesa pequeña 2. La primera me ha dicho que ella quiere hacer feliz a la gente, que se lo pidió una tarde a Jesús en catequesis pero que no la he hecho mucho caso porque en el cole sólo una de sus amigas se ríe con sus bromas. A las demás no consigue hacerlas reir. Yo le he dicho que a mí me hace muy feliz, incluso cuando no me río. No sé si la he convencido. A continuación ha quitado la mesa (cosa que nunca hace), ha guardado los platos en el lavavajillas (primera vez) y sin protestar se ha lavado los dientes y me ha preparado el lugar más cómodo de la cama para que les leyera el cuento. "Quiero que seas feliz mamá". Y claro, pues me he puesto muy contenta.

Mientras, la peque se ha levantado 50 veces de la cama mientras leía el cuento a hacer trastadas (no para quieta) y después de regañarla y todo lo demás, me ha mirado con cara de pilla y me ha dicho: "te tiero mucho mami, qué papa estás". Y por supuesto, me ha hecho reir de la emoción mientras a escondidas me enjugaba una lagrimilla.

!Si es que son la bomba! Ahora me voy a la cama muy a gusto, aunque mañana tenga que trabajar y ya sea casi la una de la madrugada.

Me encantan mis hijas.