Mujer, 27
años, estatura 1,65, peso 60 kilos. Traumatismo craneoencefálico severo y
diversas heridas de cuchillo en el pecho y la espalda. En una mano lleva un
cuchillo jamonero manchado de sangre. Va vestida, pero descalza. Lugar de los
hechos, Calle Nueva número 7. Hora del hallazgo 1:45 de la madrugada. Hora
aproximada de la muerte, 12:00 de la noche.
Aquella voz
del policía describiendo el suceso con la boca pegada a su grabadora me
retumbaba en las sienes. Era incapaz de escuchar nada más. Supongo que sonaban
sirenas de coches oficiales y de ambulancias. Los vecinos gritarían, los
curiosos armarían un gran revuelo agolpados tras la cinta amarilla que impedía
avanzar para ver el espectáculo más de cerca, la sangre, la violencia, la muerte.
Al día
siguiente el diario local publicaba la noticia, ocupando la mitad de una
columna de Sociedad, junto a un gran anuncio de la semana fantástica, debajo de
los muertos por accidente de tráfico del fin de semana
Nueva víctima de la violencia doméstica
María Gil
de Juan, de 27 años y vecina de
Guadalajara,
murió ayer desangrada en la
puerta de
su casa, a causa de las heridas
que le
causó su presunto agresor con un
cuchillo de
cocina, según han confirmado
fuentes
policiales
Su novio,
Antonio L.V., de 30 años,
ha ingresado
esta mañana en prisión
como principal
sospechoso del crimen,
aunque él se
declara inocente de los hechos
que se le
imputan.
La mujer,
que vivía sola y trabajaba
como funcionaria
del Ministerio de
Agricultura,
no tenía hijos.
Con esta
muerte ya son 40 las producidas
por la
violencia de género en lo que va de año.
Esta
habitación huele a detergente barato y a otra persona que no conozco. Él duerme
en una cama sobre mi cabeza. Sus movimientos chirriantes me desagradan, pero
agradezco que su presencia disminuya la soledad. Nunca pensé que tendría un
compañero de celda. Uno no suele imaginarse dentro de una cárcel de verdad
cuando lleva una vida decente y no se mete con nadie. El mundo está lleno de
cosas así, absurdas, inexplicables, que te suceden sin venir a cuento, sin
merecerlo, sin escapatoria visible. Como el instante en que me detuvieron y me
fue imposible abrir la boca para defenderme. Mi cabeza no podía articular las
palabras necesarias. Sólo había espacio para su imagen. Su cuerpo teñido de
rojo en el suelo ardiente de agosto. El vestido que acababa de estrenar aquella
mañana. El tacto de su brazo desnudo cuando me rozó antes de despedirme en el
ascensor. Le hice poco caso porque me preocupaba la visita de las 9:30 en el
despacho. Apenas la miré. No recuerdo si le di un beso de despedida.
Éramos tan
felices juntos… Teníamos por fin nuestra casita, después de dos años buscándola.
Me costó convencerla para dejar Madrid. María prefería vivir en un piso más pequeño
o con menos comodidades antes que marcharse de aquí, pero yo me resistía a
renunciar al ático que me rondaba la cabeza. A la cerveza con los amigos en la
terraza, a los partidos de pádel, al salón de 30 metros donde instalar
el Home cinema. Todo eso era lo que quería. Y eso sólo fue posible en
Guadalajara, a media hora en coche de Avenida de América. Anda, que no te vas a
enterar de que vives en otra provincia, ya lo verás.
Ella tardó
en acostumbrarse a la nueva ciudad. Decía que era como vivir en otro mundo. Los
primeros meses, al volver de la oficina por la noche, la notaba distante, algo
más melancólica que de costumbre. Me gustaba esa parte tristona de su carácter.
Su vulnerabilidad me fortalecía. Conseguir hacerla reír en sus momentos bajos,
que eran bastante frecuentes, no era difícil. No para mí que la conocía tan
bien.
Me decía a
menudo que le daba miedo quedarse sola en casa por las tardes, al volver del
Ministerio, porque había demasiado silencio en la casa, en la calle, en los
edificios de alrededor. Encendía la televisión y subía el volumen, pero a cada
rato tenía que bajarlo porque sentía pasos en la entrada o golpes en la
ventana. No te preocupes cariño, en cuanto tengamos hijos todo esto será
diferente. Ya no te aburrirás ni estarás sola hasta las 22:00. Ella replicaba
diciendo que no pensaba tener hijos para estar ocupada, que esa no era su idea
de familia, que los niños implican mucha responsabilidad y bla, bla, bla. Por
mucho que dijera, yo sabía que estaba deseando ser mamá. Más de una vez la
descubría embobada mirando los bebés de los vecinos del barrio cuando salíamos
a tomar el aperitivo los fines de semana. Nuestros amigos se estrenaban como
padres y nosotros pronto lo haríamos. Tendríamos tres, cada uno con habitación
propia, que para eso decidimos meternos en la de cuatro dormitorios.
¿De verdad
la gente piensa que yo la maté? No me entra en la cabeza. Mi futura esposa, la
futura madre de mis hijos. ¿Cómo iba a ser capaz de hacer algo semejante? Me
oigo y me parezco falso. Pero es que es la pura verdad. Además así, con un
cuchillo de cocina. Me parece una forma de matar tan cutre.
Jamás le
puse la mano encima a María. No niego que más de una vez se me pasó por la
cabeza. Soy un tío bastante tranquilo, no suelo alterarme en momentos de
crisis. Sin embargo, no sé muy bien por qué, María era la única persona capaz
de sacarme de mis casillas. Dicen que la confianza da asco, ¿no? Sucedía en
momentos muy puntuales, fundamentalmente cuando se obcecaba en hablar mal de sí
misma. Cuanto mayor era el esfuerzo que hacía para calmarla, más burradas
soltaba. Empeñada en su mediocridad y su autocompasión, se convertía en alguien
detestable. Si una bofetada hubiera servido de algo… Pero no creo que hubiese
funcionado. La hebilla de mi padre hirviendo en mi cara no tuvo ningún efecto
positivo en mí.
Admito que
lo más lógico para todos es que sea yo el culpable. No sé el porcentaje exacto
de asesinatos de mujeres en los que su pareja es el ejecutor, aunque me
atrevería a decir que más del 80%. Sólo por estadística tengo muchas papeletas
para ser el asesino. Lo que pasa es que no lo soy. No podría hacerlo. Y menos
con un vulgar cuchillo para el jamón.
Qué relato Bego, es genial! Eso sí, me has dejado un poco preocupado... si tienes cuchillo jamonero en casa tíralo, es una orden, jejej
ResponderEliminarOye chica, no sé si ya has escrito alguna novela, pero este es el principio de una brutal!
Me sorprendes cada semana chica...
Jejeje, no te preocupes, que sólo lo usa mi chico y sólo para cortar jamón, es decir, nunca, porque no compramos jamones por piezas.
EliminarLa verdad es que me encantaría ser capaz de escribir una novela pero sólo con oir la palabra me entra un vértigo que te pasas.
Me encanta que te parezca genial, muchísimas gracias.
Un honor sorprenderte ;-)
Estupendo relato, Bego-. Es de los que te hacen pensar más allá de las primeras impresiones e imágenes.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias Marta, me alegro mucho de que te guste a ti. Siempre es un gustazo verte por aquí.
EliminarUn beso!
Enhorabuena por este relato!! Me desorientas, me enganchas, me confundes... Y no puedo dejar de leerte mientras mi cabeza va intentando anticiparse... Primero he pensado que tú eras la mujer, luego que tú habías presenciado el cadáver de una mujer, luego... Luego... Que no doy ni una pero el texto es adictivo total. Estoy con el "Muy". No sé qué te ha inspirado, si la realidad basada en ficción, o la ficción basada en la realidad... pero como inicio de una novela, no tiene nada que envidiar a la de los autores consagrados!!!
ResponderEliminarUn abrazo guapetona!!!
Pues me inspiró uno de esos, desgraciadamente múltiples, casos de violencia de género típico. Se me ocurrió pensar en que se podían haber equivocado en acusar a la pareja, que tal vez fue un amante o algo pero que, dándole una vuelta más de tuerca, la pareja hubiera podido ser muy capaz de hacerlo. Quise ahondar en la maldad pura. No me gusta nada la violencia, pero a la vez me atrae en la ficción. Soy fan de la novela negra y del cine negro.
EliminarLo escribí hace mucho, de nuevo lo he rescatado del baúl de los recuerdos.
Muchas muchas gracias por leerlo y dejar este comentario. Me encanta la pasión con la que lo dices ;-) ohanita
He escrito el nombre de la chica en el google y solo ha salido tu dirección. Joer que susto. He llegado a creérmelo.
ResponderEliminarJuanjo
Buf, menos mal que no existeeeee, en su día, cuando lo escribí, no existía pero ha pasado mucho tiempo y vete tú a saber...es totalmente inventado aunque, desafortunadamente, inspirado en la realidad.
EliminarGracias por comentar
Bego... genial relato... comparto con los chicos en que podría ser el inicio de una novela policial... lamentablente hay tantos casos de violencia de género que me desepera...
ResponderEliminarTu relato tiene todos los codimentos y todas las sensaciones... simplemente genial...
Chapeau!!!
Begooooooooooooo me ha encantado!!! Con mis historias de curro y tu manera de escribir haríamos un best seller!!!!
ResponderEliminarOhana
buenísimo!!! y aunq me he quedado con escalofríos, me has recordado (cómo no) una anécdota divertida, a ver si mañana puedo hacerle un dibujín y la explico! ^^
ResponderEliminarYo también te animaría a escribir! Tienes un no se qué y un no se cuanto... y creo que mucho por descubrir de ti misma!♥ Y compartir con los demás! Creo que este blog que ayudará a caminar por ese sueño...
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