martes, 16 de julio de 2013

Papá olvida

Uno de los muchos libros que estoy leyendo ahora (sí, me gusta leer varios a la vez) es un famoso texto de liderazgo escrito en los años 30 del siglo pasado por Dale Carnegie, Cómo hacer amigos e influir sobre las personas. El título puede parecer algo que no es. No se trata de un libro para gente tímida que tiene miedo de interactuar con otros o para gente hosca sin amigos. Se trata de un magnífico texto que pone de manifiesto unas sencillas reglas para tener unas relaciones con los demás más fluidas y exitosas. A pesar de que fue escrito hace muchísimos años, creo que los que dice sigue vigente hoy día.

Aunque mi objetivo de hoy no es recomendarte que lo leas. Mi propósito es darte a conocer un texto precioso que incluye (quizá ya lo hayas leído antes). Desde luego para mí era desconocido. Es un pasaje escrito por W. Livingston Larned y se titula Papá Olvida. Para pensar largo y tendido:
    "Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama.
    Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo.

    Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: "¡Adiós, papito!" y yo fruncí el entrecejo y te respondí: "¡Ten erguidos los hombros!"

    Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso.

    ¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. "¿Qué quieres ahora?" te dije bruscamente.

    Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agostar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidos por la escalera.

    Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros.

    Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza.

    Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: "No es más que un niño, un niño pequeñito".

    Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado".

9 comentarios:

  1. Sobre lo de leer varios libros a la vez, si, yo también lo hago, y es una maravilla, cada lugar de mi casa es una aventura distinta :) Aunque no te digo donde leo más...

    Y sobre el texto, es grandioso. Muchas veces me he parado a pensar en este tipo de situaciones, cuando alguno de los padres, mi marido o yo, nos enfadamos con alguna de las cosas que pasan en casa, o perdemos los nervios por boberías, trato de reconducir la situación, ya que ellas, las Genovevas no tienen culpa en nuestras neuras. Este texto debería ser de cabecera para muchas personas, y además ser leído con asiduidad, para recordar que la infancia se pasa en un suspiro, y que debemos disfrutarla.

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  2. ¡Pero que bonito! Me ha recordado un poco a la película "El árbol de la Vida" Es muy grande que una persona logre que le caiga la venda de los ojos y consiga mirar desde el corazón.
    Si todos lo hiciéramos el mundo sería muchísimo más diferente

    Un beso,

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  3. Que bonito, es un texto de esos para leer y releer de vez en cuando...... Y es que a veces no nos damos cuenta....les hacemos mayores antes de tiempo.... Hay que disfrutar más de ellos......

    Y hoy va y yo publico sobre disciplina y límites.......

    Cosas de la vida

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  4. Es precioso!!
    Que no nos olvidemos que son niños para lo bueno y lo malo.

    Yo soy incapaz de leer más de un libro a la vez.

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  5. Me encuentro ahora con este texto que publicaste ayer.. y yo anoche publiqué mi propia vivencia de lo que finalmente fue.... un mamá "reflexiona"... Antes de gritar, de enfadarnos con ellos porque no actúan según nuestra vara de medir... Pongámonos en su lugar. Yo lo digo mucho menos bonito que este texto, sublime y conmovedor, pero estoy totalmente en esa onda. Me encanta que lo hayas querido compartir con nosotros.
    Un abrazo

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  6. Deberíamos repertirnos esa frase como un mantra "son niños".
    A mí también me gusta leer varias cosas a la vez. Parece un libro muy recomendable. Me lo apunto, que yo soy más bien asocial :)

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  7. Graciassss mil por compartir! Estas cositas me encantan!♥
    Continúo compartiendo! :)

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  8. Madre mía Bego, que preciosidad. Se me saltaron las lágrimas al leerlo, es cierto, como a veces no nos damos cuenta de que nuestros niños son sólo eso, niños, y tenemos que disfrutar de cada momento porque pasan rapidísimo.
    Un besazo

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  9. Había leído ese texto. Y tanto que sí. Llegó un día a mis manos y es uno de los textos que tengo guardados en el ordenador que cuando tengo tiempo y estoy "tonto" abro y leo varias veces.
    Gracias por recordármelo. Un abrazo.

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