martes, 8 de enero de 2013
Conversando con mis hijas
Mi danzarina está en esa edad en la que las personas decimos las cosas tal cual las sentimos, sin tapujos, y desde la inocencia más pura y divertida.
Que recuerde, en los últimos días nos han encadilando con unas cuantas de las suyas:
Mirando el típico cartel de prohibida la entrada a perros de una cafetería... "mira mamá, aquí dice que se prohíbe entrar caballos","no cariño, ahí dice que se prohíbe entrar perros", "bueno vale- responde ella- pero los caballos tampoco pueden pasar".
Ayer queriendo demostrar lo mucho que quiere a su hermana (y a sí misma): "soy la mejor del mundo pero a L también la quiero" mientras le da un achuchón a su hermana. Desde luego que se nos ha dado bien eso de fomentar su autoestima. Qué personaje.
L., como es tan rica y tan buena, le ha pedido a los Reyes que le hagan enfadarse menos y tener menos estrés y que todos los amigos y familia sean felices y tengan salud (todo eso antes de que nosotros escribiéramos nuestros deseos a los Reyes). ¿Menos estrés? Está claro de que nuestros hijos absorben todo lo que ven y escuchan en casa. Me tengo que revisar mi lenguaje y decir más veces palabras más optimistas, como alegría, relax y divertido. Esto no puede ser.
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