martes, 29 de enero de 2013

Etiquetando que es gerundio


Hoy me han dicho que este blog es para mamás y me he dado cuenta que prácticamente todas las entradas que he escrito hasta hoy incluyen a mis hijas de una u otra forma. Glups. Me he quedado un poco con la cosa de ponerme a escribir inmediatamente de montones de temas interesantes distintos al tema maternal. Mmmmmmmmmmmm, a ver............pensemos..............vaya.........ahora no me viene nada a la cabeza ;-D. Y luego me he dicho: "realmente no escribes para nadie en particular, escribes porque te apetece y de una forma improvisada, para soltarte y poder escribir algún día esa obra fantástica que te convierta en una escritora de éxito alabada por la crítica (jajaja). Así que, ¿qué más da lo que opinen los demás?". Bueno pues, SÍ QUE ME DA. Porque me gusta que la gente lea estas chorradas mías y me diga qué le parecen, si le gustan, si no le gustan y en general que me escriba en los comentarios (¿a qué esperáis?). Aunque, al mismo tiempo, me ruboriza pensar que esto lo lee la gente y se dedique a juzgarme.

Que me enrollo. A lo que iba. Me ha venido a la mente un tema interesantísimo y muy relavante como es el tema de las etiquetas y los juicios que acarrean.

Todo el que tenga la "gran suerte" de trabajar en una oficina, o haber ido al cole, sabe de lo que hablo.  En ambos lugares es habitual que la gente ponga etiquetas a otra gente, la cual a su vez, etiqueta a la del principio, de forma que nadie se escapa de la rueda del encasillamiento. En realidad poner etiquetas a los demás es un divertimento agradable, que rellena conversaciones de café y comidas de menú a 11 euros (7,50 si te pides un sólo plato). También los niños se lo pasan pipa con eso de "gafotas, cuatro ojos, capitán de los piojos" mientras que el agraciado con tales dones se queda jodido para toda su infancia.

Realmente tiene poca gracia cuando uno se sabe etiquetado, porque casi nunca coincide con tu propia visión de ti mismo, o si coincide, destaca tus peores cualidades. Nunca va a sobresalir tu parte buena. Un suponer, tú eres una persona con tendencia a la introversión (en relación con esto os recomiendo investigar sobre el modelo de descripción de personalidad de MBTI, un tema de verdad muy interesante, haré un post sobre esto otro día), que habla poco y con pocas personas, pues es tipo de gente pasan más tiempo pensando que hablando. ¿Crees que alguien va a pararse a meditar si esa cualidad te capacita más para la creatividad y la innovación o para la resolución de problemas? Lo más seguro es que alguien diga en voz alta que eres un tímido o un soso, o peor aún, un borde, y ya te quedes con esas etiquetas "forever and ever". Y luego, si un buen día haces algo extraordinario, veáse, un proyecto realmente innovador, algo que se salga de los esquemas que te han predestinado, la gente te diga cosas como "todo un descubrimiento", "nos tenías engañados", "hay que ver lo que me has sorprendido".

Pasa también el caso contrario. Una persona con tendencia a la extroversión y que además tiene el don de hacer reir a la gente, será tildado por algunos como el graciosillo del grupo. Esto te marcará de por vida. Serás siempre el que tenga que organizar las fiestas de la ofi y las despedidas de los compañeros. Y ay de ti como un día estés de bajón o más cabreado que una mona. Ese día mejor no digas nada, porque cualquier cosa que digas será ninguneada o dará pie a una etiqueta mucho peor. "Este o esta, menudo carácter, si ya decía yo que tan simpático y divertido no podía ser".


¿Por qué se ponen las etiquetas? Si analizamos los motivos de la práctica del etiquetado, vemos un poco de envidia, otro de celos, un tanto de puro cotilleo y diversión, y venganza en muchas ocasiones. ¿Hay alguien libre de ponerlas? Creo que no. La diferencia está en que algunos nos dedicamos a pensar en ello y escribir post larguísimos sobre el tema, un poco con sentimiento de culpa, un poco como forma de reflexión.
Y por supuesto, tampoco estamos libres de que nos las pongan. Algunas las conocemos, porque de tanto convivir con ellas, nos las hemos creído. Otras nos dejarían boquiabiertos. Ambas tienen en común que se pegan como esas adhesivas de los chinos, que ni con alcohol salen oye.

En los coles separan a los niños de su clase y les mezclan con los de otras para, dicen, dejar atrás las etiquetas. A lo mejor podíamos hacer lo mismo en la ofi. Claro que esto es inviable en las empresas pequeñas, a no ser que seas Harry Potter y puedas emplear el encantamiento de borrar la memoria (cómo me gustaría). Lo que sí podemos hacer es intentar mirar con otros ojos a la gente que creemos conocer tan bien, intentando ver en ellos algo más que lo que vemos a simple vista. Lo mismo nos llevamos una sorpresa.


Y ahí lo dejo. Para que le des una vuelta.

1 comentario:

  1. Vuelta dada: Dale la vuelta a la etiqueta y sabrás quien eres. :-)

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