Esta es la Semana de la Seguridad y la Salud en mi oficina. Nos están dando unas charlas y talleres muy interesantes sobre hábitos de vida saludable. Ayer estuve en dos de ellos. Como apenas tenemos trabajo en estos días :( aprovecho el tiempo y me apunto a todo lo que suena interesante y supone ocupar las horas en algo productivo.
Total, que hoy tocaba hablar de alimentación. La ponente era una psicóloga que no venía a "hablar sobre nutrientes sino sobre hábitos". Yo que pensaba que me iban a enseñar cuánto de hidratos y cuánto de proteínas y vitaminas tenía que tomar al día y esas cosas. Pues no, nada de eso. Se trataba de reflexionar sobre cómo, cuándo, cuánto, qué y por qué comemos.
En un momento dado nos ha pedido que cerráramos los ojos y volviéramos al pasado a una de nuestras comidas familiares. Hemos pensado en qué comíamos, en cuánta gente había en la mesa y quiénes eran, cuánta comida nos ponían en el plato, si había refrescos azucarados o no... Y he vuelto a la antigua casa de mi abuela Paca (mi querida abuela que aún vive gracias a Dios o a quién quiera que esté por ahí arriba) y mi abuelo Antonio, ya fallecido. He visto a mi bisabuela en su mesa de camilla, eternamente sentada, con la mirada perdida a causa de la ceguera. He visto a mis padres mucho más jóvenes que yo ahora mismo. A mi hermano mediano con 5 años y al pequeño de bebé. Yo tenía 9 y llevaba unas bermudas verdes de paño y un jersey beige que me gustaba mucho (no había vuelto a acordarme de ese jersey desde hace...no sé cuánto tiempo). Estaban todos mis tíos, incluso mi tío el que murió. Mis primos, los que habían nacido en aquel momento. Y me ha venido el aroma del cocido semanal, cocido murciano con pelotas, que sabía a gloria. Y he visto a mi abuela sirviendo los platos a todos y trajinando hasta el último minuto. Nunca se sentaba a comer hasta que los demás casi habíamos acabado. Ahora lo pienso y me digo: ¿cómo era capaz de cocinar cada semana para tropecientos y seguir tan contenta? ¡Los días que tengo invitados en mi casa (una o dos veces al año) me pongo de los nervios!
Han pasado unos 30 años de aquella imagen. Me he sentido extraña recordando todo de forma tan nítida y dándome cuenta de cómo ha cambiado todo desde entonces. La vida ahora es muy muy distinta. Ninguno de nosotros imaginábamos cómo sería hoy ni cómo era hace 10 años. Y no me refiero sólo a que ahora comemos peor porque vamos a toda prisa por la vida, que también. Da vértigo ver cómo puede girar tu vida 180 grados sin que te des cuenta.
La crisis, la maldita crisis. ¿Cuánto nos quedará?
Pero sigues haciendo cocido murciano para tus invitados... aunque seamos menos.
ResponderEliminar¡Qué fuerte que hayas vuelto y no nos hayas dicho nada! ;-))