La letra L es una gran letra. Por ella comienza el nombre de mis dos hijas. De haber tenido un niño, se hubiera llamado Leo (antes de que Pe lo pusiera de moda, que conste).
Además, la elegancia de la ele se deja ver en palabras como Libertad, Letras, Luna, Literatura, Lecho, Laberinto y, por supuesto, Luz. Sí, sé que también encontramos la L en conceptos que parecen a priori menos poéticos, como lorzas, pero como dice mi amiga Bea con mucha gracia, la lorza es bella.
En un principio quise dedicar este post de la ELE a mis dos hijas, hablando de ellas, de cómo son, de cómo sienten, de por qué son tan especiales. Como eso casi me obligaba a decir sus nombres, he preferido la palabra LUZ, que es una palabra que me encanta, tanto por su sonoridad como por todo lo que lleva implícito. Y porque tengo debilidad por las palabras cortas y que lleven Z, H, Ñ. Rarita que es una.
Cuando un bebé nace se dice que su madre "da a luz" o que le "alumbra". Por lo tanto, la luz está en el origen mismo de la maternidad. Aunque yo misma me sintiera madre cuando estaba embarazada (también cuando esperaba a mi L.E.), en realidad aún no lo era de forma, digamos, oficial. Siempre me ha gustado esta acepción del verbo en español. Parir o "to give birth" en inglés no tienen ese matiz tan sugerente que sí tiene el "dar a luz", o darlo al mundo que dicen también los portugueses, que transmite el sentimiento de que algo muy importante está pasando cuando nace un niño.
Así que, desde que ese momento llega a la vida de las madres, aparte de sentirnos como si nos hubiera pasado por encima una apisonadora, el concepto de luz y luminosidad cambia totalmente en nuestras vidas. Es algo que siempre decimos que no se puede describir con palabras, aunque parezcamos cansinas de tanto repetirlo. Y como las letras no nos alcanzan, utilizamos las metáforas. Por eso decimos cosas como por ejemplo:
> Mis hijas son mis soles...
> ...Están llenas de luz
> ...Me iluminan con su sonrisa
>... Son la luz de mis días
Y cursiladas de este tipo.
Nos encanta decir que ellos son quienes nos iluminan en el camino,
quienes nos insuflan la energía necesaria para vivir el día a día, para
lidiar con las pequeñas y grandes dificultades que nos encontramos cada
uno. Sí, las madres (y algunos padres) somos así de cursis y, por qué no
decirlo, un pelín "repelentes", soy consciente. Como diría a mi madre, a
mi no me da 'cuidao' (a mí no me importa) decirlo las veces que haga
falta. Digan lo que digan. Por mis hijas mato y digo cursiladas, con un par.
Más de una vez he sido capaz de reirme a carcajadas en medio de uno de esos días horripilantes en los que se te sale el malrollismo por las orejas. He podido encontrar bajo las piedras más pesadas motivos de sobra para relativizar, avanzar, continuar, crecer. He sabido salir de situaciones complicadas y me he superado a mí misma cientos de veces. Y sigo haciéndolo. Y no sólo por darles ejemplo, sino porque ellas me motivan y me inspiran (ya lo dije en la I de inspiración).
Ellas son mucho más que esa luz que necesito para no tropezarme y darme golpes por las esquinas. Son generadoras de la energía que por mí misma me cuesta mucho conseguir. Curioso que a veces también sienta que son las que me absorben esa energía y me dejan aplanada como los dibujos animados de los 80. Contradicciones de la maternidad.
Ellas están llenas de luz. Cada una a su manera. La luz de L. es una luz blanca y radiante. La de L.E. es una luz multicolor. Ambas son buena gente, cariñosas, listas, divertidas, generosas, dispuestas a darlo todo por un ratito con su mamá o su papá (y por jugar con el iPad).
Si no hubiera sido madre, seguro que hubiera encontrado otras formas de que mi vida tuviera sentido. No voy a decir esa frase manida de que no he encontrado valor en mi vida hasta que no han llegado. Porque no es cierto. Parece que entonces si no eres madre o padre no merece la pena vivir y eso es absurdo, injusto y falso. La vida merece la pena por sí misma. Hay tanto y tanto que disfrutar, que sentir, que vivir.
Eso sí, ahora que las tengo, no podría imaginarme la vida sin ellas aquí. Sin sus luces y sus sombras. No las de ellas, que son cuasi perfectas, jeje, sino las de la maternidad, de las que ya conté algo hace un tiempo.
Las luces son luces porque hay sombras y oscuridad. Y yo sé que con ellas a mi lado la oscuridad desaparece al poco tiempo o, al menos, se oculta lo suficiente para poder VER lo que necesito ver sin encender ninguna bombilla.
Bego... con un nudo en la garganta... preciosa, preciosa entrada... a mí también me encantan las palabras con Z, H y Ñ (sobre todo en apalabrados jajajaja) y Luz es una que particularmente me parece tan especial... Me reconozco en cada línea... me reconozco cursi cuando hablo de Muriel... la maternidad con sus luces y sus sombras no ha abierto otra dimensión que no conocíamos y aunque nadie nos dijo qué y cómo hacer... trae una luz tan grande que pronto encontramos la salida del laberinto... yo tampoco imagino hoy mi vida sin Muriel y pensar que hace dos años atrás no imaginaba ya mi vida como mamá!!!
ResponderEliminarFelicidades por esas dos lucecitas que alumbran tu camino, tu corazón y tu alma!!! Te quiero.
Una entrada preciosa, será que la L también es mi letra ^_^
ResponderEliminarLourdes
http://lapeormadredelano.blogspot.com.es
Bego!! Me tienes emocionada con lagrimitas y eso que hoy llevaba el día divertido!!
ResponderEliminarPreciosa entrada, me encanta los sentidos que le has dado a luz y como lo has relacionado con el alumbramiento!!
Enhorabuena'!'
Y a disfrutar de tus dos soletes!!
Emocionante... Pura luz es como escribes, hermosa mía... Lo que dices encaja absolutamente conmigo. No hay luces sin oscuridad, sin sombras. Coincido en esa paradoja de la maternidad, al cien por cien, y lo sabes. Nuestros hijos tienen la capacidad que nadie tiene, pueden hacernos brillar o sumirnos en la negrura más profunda. Pero el amor que despiertan en nosotros es la luz más cálida que existe. VIVAN LAS CURSILADAS!!! Jajajajajaja
ResponderEliminarUn besazo, cielo.
Pd: y lo de los colores me ha hecho levitar de gustoooooo :)))
Precioso post dedicado a la luz que tus hijas proyectan en ti y lo digo con conocimiento de causa ;))
ResponderEliminarMe ha encantado tu manera de expresarte... de referirte también a las sombras de la maternidad, porque todas las hemos sentido. Como bien dices, para reconocer la luz, es necesario que se conozca la oscuridad. La vida está hecha de puntos y contrapuntos.
Y que voy a decir yo de las "cursiladas" de madre... yo últimamente estoy que no paroooooo...
Un abrazo guapa!!
Precioso Bego!!!!!!! Y es que has expresado algo que yo siento... mis hijas son la luz que iluminan mi camino, me dan fuerzas para seguir "palante" aunque a veces me la quitan toda de golpe y me quedo hasta floja.
ResponderEliminarLas luces y las sombras de la maternidad....... una trilogía como poco se podría escribir sobre ello.
Por cierto....... Me encanta te hayas acordado de mi mi niña!!!!! Y que vivan las cursiladas si esto es cursi.
Un beso
"Las luces son luces porque hay sombras y oscuridad. Y yo sé que con ellas a mi lado la oscuridad desaparece al poco tiempo o, al menos, se oculta lo suficiente para poder VER lo que necesito ver sin encender ninguna bombilla"
ResponderEliminarme lo quedo.
Precioso, Bego.
besos
Tú también tienes una luz muy especial Bego, no hay más que leerte. Un beso fuerte. Preciosa foto.
ResponderEliminarMadre mia Bego, qué preciosidad..... me ha encantado desde principio a fin!!!! Genial!
ResponderEliminarBesos!
Tus hijas son luz, y tú eres luz reflejada en bellas palabras en este post.
ResponderEliminarNuestros hijos son luz, y debemos ayudarles a que nunca dejen de iluminarnos!
ResponderEliminarEs una entrada preciosa! Un beso :-) (y por cierto, una foto muy linda, aún estando difuminadas tus niñas vaya si irradian luz!!!)
Que bonito ser capaz de describir así un sentimiento tan hermoso. Cuanta luz!
ResponderEliminarUn abrazo
Bego...
ResponderEliminarPrecioso. Has dicho muchas cosas que creo que todas pensamos, hacemos y sentimos. Voy a empezar por esa reflexión de que no es sinónimo de plenitud el hecho de ser madre. Que la vida hay que vivirla y disfrutarla sí o sí y que los hijos son luz y felicidad cuando llegan a nuestra vida, pero hemos de ser felices al margen de todo lo demás. Sin embargo es cierto que una vez en nuestras vidas, ya es inconcebible vivir sin ellos. Sin sus momentos únicos de descubrir, de sentir, de querer.
A mí me ha pasado muchas veces. El día más perro y gris, en más de una ocasión ha sido totalmente girado, por él, por mi niño, que con su energía incombustible es capaz de arrojar luz al día más oscuro.
Preciosa entrada. Un besote guapísima!
Qué entrada más bonita y qué guapas que estáis (aún borrosas) en la foto ^_^
ResponderEliminaruffffff preciosa entrada... qué palabras más bonitas y qué sentimiento... feliz día
ResponderEliminarMuy bonito Bego, nuestros hijos nos iluminan cada día, ahora no soy capaz de imaginarme la vida sin ellos.
ResponderEliminarBesazos
L de lindas que son tus dos luces de colores <3
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