Mi infancia está rellena de recuerdos vividos en su casa, en la de antes, la antigua casa que fue primero de su madre, la abuela vieja, mi bisabuela. Me encantaba que llegara el sábado y mi madre dijera: venga, que te vas a casa de "laPaca". Y entonces me acompañaba a mitad de camino, por un antiguo descampado que ya no existe, y mi Paca salía a buscarme con su eterna sonrisa. La misma que se convierte, todavía hoy, en carcajada a la menor ocasión.
Estar en su casa era disfrutar de lo lindo. Allí siempre comía algo que me gustaba porque le encantaba cocinar y no le importaba hacer cuatro platos diferentes para comer. Todo estaba rico. Lo que me volvía loca eran las tortas fritas para desayunar. También los buñuelos. Si hubiera sido cocinera seguro que habría ganado premios.
Estar en su casa era escuchar cuentos de toda la vida que salían del gastado radiocasette o de su propia boca, era bailar al son de las canciones que a día de hoy canta a mis hijas. Era también jugar con mis primas en el patio, a cazar moscas, a las cocinitas, a las peluqueras. Mi pobre Leslie quedó con un corte punky de lo más moderno para la época. Otros días era quedarme leyendo un libro o un tebeo, mientras mi prima MJ se quejaba de que era un aburrimiento estar conmigo. Era también dormir con mi prima en la misma cama, en la misma habitación que la bisabuela, que nos llamaba cosas muy feas porque nos pasábamos de cháchara hasta las tantas.
Estar en su casa era sentarme en una de esas sillas de madera a ver los dibujos de las 15:30 o la peli de aventuras de los sábados. Era también jugar al parchís juntas después de cenar hasta casi quedarnos dormidas.
Recuerdo que le gustaba grabarme la voz en esas viejas cintas de casette. A falta de vídeo. Recuerdo cómo me pasaba las horas mirando y remirando sus revistas de disfraces y cómo ella me los hacía después para carnavales, y yo hasta ganaba premios y todo. De brasileira, de Mary Poppins, de pintora, de mora, de zíngara... Cómo he disfrutado disfrazándome y cómo disfrutaba ella contándome sus anécdotas de juventud en las que burlaba las leyes franquistas y salía a la calle con su antifaz y vestida de los personajes más variopintos. Un día, desafiando a su propio marido, salió disfrazada y fue a visitarle al bar donde jugaba a las cartas. Se hizo pasar por otra y él se creyó que de verdad era otra de lo buena actriz que fue. Cuando dejó el bar, los amigos le decían a mi abuelo que era su mujer, que no fuera tonto y fuera a comprobar si de verdad se había quedado en casa. Ella logró llegar a la casa antes, quitarse el disfraz y ponerse a coser como si tal cosa. De manera que él acabó creyéndola. Me contó esta aventura cientos de veces. Como otros episodios, algunos en plena guerra civil. El miedo que pasó entonces, siendo una niña. Tantas veces he escuchado la escena de los comunistas, como dice ella, entrando con tanques en el pueblo y gritando como fieras, que parece que lo he visto en una película.
Ella me regaló, aparte de los mejores momentos de mi infancia, mi primer libro favorito, Platero y yo. Y me llevaba a las papelerías que tanto me gustaban y me compraba lápices de colores y libretas. Siempre tenía una bolsa de gusanitos y unos gitanitos Ortiz para nosotros, sus queridísimos nietos. A veces incluso me dejó subir al desván lleno de historias antiquísimas a satisfacer mi curiosidad infantil. Y me preparaba helados y las mejores tartas de chocolate del mundo. Y siempre, siempre, siempre, se acuerda de mi cumple y me regala una cesta con comida en Navidad, donde nunca falta el melocotón en almíbar que me encantaba de niña.
Cómo me animaba el día coger el teléfono y escucharla a ella al otro lado decir: "hola preciosa". Tanto bien me hacían esas palabras de cariño... Ella no imagina cuanto. Aún hoy, si hablamos y me lo dice, siento paz. Aunque cuando ahora charlo con ella en la distancia y la oigo triste porque ya es mayor o porque estoy muy lejos, o porque ya apenas puede ver, también siento una congoja enorme. Un deseo muy grande de teletransportarme a su casa, a la de mi tía porque la antigua casa se convirtió en un edificio alto y la casa nueva la tuvo que dejar cuando perdió la vista, para pasar la tarde a su lado. Siento que he perdido tanto tiempo estando lejos sin verla ni hablar con ella. Me siento un poco culpable de todo lo que no hemos compartido.
Ella adora a mis hijas, como a cada uno de sus nietos y bisnietos. Cuando sale Madrid en la tele, o sea, casi cada día, ella siempre se acuerda de nosotras y reza mucho a Dios por mi familia, según me dice. Le gusta animarme a presentarme a los concursos de TV, creo que sólo por verme un rato aunque sea dentro de la caja tonta.
Ella es murcianica de pura cepa, aunque le guste mucho todo lo madrileño, el chotis, la zarzuela y Sarita Montiel y su pichi. "Como Murcia no hay otro sitio". Es donde mejor se come, se pasea, se disfruta, se vive. Y no ha viajado mucho pero ella lo sabe. Y no se te ocurra llevarle la contraria.
A ella le encanta celebrar su cumpleaños con toda su familia e invitar a una comida o una merienda con tarta y velas incluidas. Siente la misma ilusión que una niña de cinco. Como vivo lejos, no he podido estar en sus últimas celebraciones. Ella siempre me dice, me faltabais tú y tu hermano (que vive en Holanda). El año pasado sentí más que nunca esta ausencia. En agosto de 2012 se puso muy malita. Tanto que pensábamos que nos dejaba. Suerte que pude estar con ella porque me pilló de vacaciones. Lloré mucho pensando que era una despedida. Me apalanqué a su lado en el hospital y le di la mano durante horas. Milagrosamente mejoró y salió de aquella. Celebró su cumple y hoy lo vuelve a hacer, aunque creo que sin fiesta. Alguien me sugirió que mi mano tuvo que ver en su recuperación. Se me eriza la piel de pensarlo. No lo sé, tal vez. Sea como sea, ella sigue aquí.
¡Felicidades Paca! Tú sí que eres y serás siempre preciosa. Te quiero mucho y me acuerdo mucho de ti. Muchas gracias por todo lo que me has dado y me das cada vez que hablamos o nos vemos. Y perdóname si no he sabido estar a la altura. A veces una es demasiado humana.
Un beso enorme
¡Muchas felicidades Paca!
ResponderEliminarMenudas palabras tan bonitas te han escrito, qué de recuerdos y de cosas vividas.
Antes parece que se vivía más, con mayor plenitud, con mayores ganas. Esa libertad que da la experiencia, y la tranquilidad de un lugar que conoces desde siempre.
Besos especiales!
Felicidades a tu abuela, y a ti por la suerte de tenerla.
ResponderEliminarbesos!
Primero de todo felicidades a esa gran mujer!!!!!, PACA
ResponderEliminarSegundo...... Que gran mujer, que relación tan bella la de ambas, que recuerdos tan dulces, magicos, entrañables..... Y es que una abuela es una abuela!!!!!!!!
Sigue admirándola Bego, sigue amandola como la amas porque es tan boito!!!!!
Felicidades mi niña por esa abuela con tanta personaledad.
Besitos
Me ha encantado, te había escrito un mensaje más largo pero he perdido la conexión, el mensaje y ahora las ganas de repetirlo, pero muy chulo, hay que leérselo a La Paca, va a llorar pero seguro que le encanta.
ResponderEliminarUn beso
Bego... que precioso homenaje!!! Felicidades a Paca!!! Piel de gallina leyéndote!!!
ResponderEliminarQue afortunada sos por tener una abuela como ella y quererla tanto... Yo también tengo una abu a la que adoro!!!
Besotes amiga...
Muchas felicidades ya con un día de retraso!
ResponderEliminarQué bonito post, Bego, comparto muchos de tus recuerdos con mi propia abuela a la que nunca llamé abuela tampoco. Recuerdo también ese sentimiento de tristeza y congoja por no poder estar con ella los últimos años cuando la notaba triste por lo mismo que dices tú. Y sobre todo la sigo echando de menos. Hace cuatro años que se fue y el vacío sigue aquí. Lamento sobre todo que no haya podido a mi hijo...
Un beso grande a ti y otro a Paca, con mucho cariño.
Felicidades a tu Paca, en mi nombre. Sabes que leer esto cuando acabo de perder una de las estrellas más brillantes de mi vida me conmueve profundamente. No tengo palabras nada más que para pedirte que sigas demostrándole cuanto la quieres, que se lo digas más, que aproveches el tiempo con ella.
ResponderEliminarLo que nuestras abuelas, que parecen clones, nos regalaron, sobre todo en la infancia, es un tesoro incomparable. Así que GRACIAS... Eternamente.
Un beso q las dos.
Muchas Felicidades a Paca!!
ResponderEliminarUnos cumpliendo años y otros emprendiendo viaje sin retorno!!
Que buena tu abuela!!
Un besazo muy grande!!
Yo ya estoy desabuelada del todo pero siguen estando tan vivos y presentes que me apropio de los abuelos de los demás para quererlos. Aunque llego tarde, feliz cumpleaños a laPaca, y que tengan más tiempo aún para seguir compartiendo momentos emocionantes <3
ResponderEliminarFelicidades Paca (aunque sea con retraso), por esa vida tan intensa que has llevado y por esos nietos y bisnietos que te adoran.
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