La muerte que llega de golpe. A lo bestia. Sin venir a cuento. Sin que nadie pueda imaginar siquiera por un segundo que va a suceder.
Zas.
Estás y al día siguiente no.
Se quedan tus cosas sobre la mesa de trabajo. Tu ordenador en letargo. Ese personaje que tanto te gustaba haber imaginado.
Todo a medias. Todo sin recoger.
Porque pensabas que ibas a volver al día siguiente. Y que este fin de semana irías al campo a respirar aire puro y a dibujar paisajes.
Te has ido sin despedirte. Con todos esos besos que debías. Con todas esas palabras que no te atreviste a decir. Con la ropa todavía mojada de la última lavadora.
Estabas ayer y ya nunca más estarás.
Quedarán tu recuerdo, tus huellas, tus objetos. Quedará tu voz resonando en la memoria diciendo cosas triviales o cosas profundas. Quedarán tus mensajes enviados por teléfono y esas citas médicas a las que no acudirás sin que nadie pregunte por qué.
Sentir la marcha de una persona a la que nunca has visto. A la que conoces sólo a través de los ojos de otros.
Me siento extraña. Esta maldita manía de ponerme en la piel del otro. De los que sí te conocían, de quienes te querían y apreciaban.
Es todo tan raro. Y a la vez tan cotidiano.
Esta vida. Qué jodida es. Aunque lo verdaderamente jodido es la muerte.
Nos da y nos quita de forma aleatoria.
Tú sí, tú no, tú hoy, tú mañana.
Escalofriante.
Desasosegante.
Terrible.
Vivamos pues lo que nos queda...
Bego, muy profundo, y desgraciadamente muy cierto y no nos damos cuenta hasta que nos toca, yo aquí pensando en que me dirán mañana en mi cita médica,peleando con los deberes, en vez de pensar que hay que ser agradecidos por estar aquí.TE QUIERO, ánimo
ResponderEliminarGracias bonita, eres un sol :)
EliminarCuánta verdad, Bego, qué amargura en tus palabras, qué desesperación... La empatía es una virtud, pero en casos así se convierte en un castigo. Ese maldito "podría haberme pasado a mí, o a los míos...". Sí, le puede pasar a cualquiera, porque hay veces en que la muerte no avisa y es, si cabe, mucho más cabrona de lo que es normalmente.
ResponderEliminarSiento mucho lo que ha pasado, siento muchísimo que tengas esa tristeza profunda que acompaña la muerte, pero tienes toda la razón del mundo: vamos a disfrutar de lo que tenemos, vamos a vivir hasta el último aliento... Porque la muerte está a la vuelta de la esquina, a veces avisa, pero a veces no..
Un abrazo inmenso, te acompaño en este dolor, y en la reflexión también.
Gracias preciosa, sé que me entiendes porque tienes también esa "virtud" que a veces es tortura. Sé que estás ahí y te lo agradezco mucho y ojalá no nos olvidemos mañana de que tenemos que vivir a tope.
EliminarUn beso fuerte
Ay Bego... piel de gallina... cuánto dolor e impotencia nos deja la muerte y su cruel azar... De sólo pensar en que hoy podría ser el último día mío o de mis seres más queridos se me paraliza el corazón... La vida nos queda tan corta cuando la parca se ensaña...
ResponderEliminarTe abrazo desde lejos, aunque muy cerca porque estás en mi corazón. Yo también te acompaño, amiga. Preciosa y durísima reflexión...
Bego, lo que dice Carol es justo lo que iba a decirte yo... Esa empatía y su doble cara...
ResponderEliminarHay que vivir la vida con autenticidad, intentando cada día desatar nudos y ser un poquito mejor que el anterior, decir te quiero y dar cariño a tu gente y estar preparados para todos. Asumir, resignarse, entregarse sin complejos al destino... Eso es harto difícil, pero un reto a conseguir.
Siento tu dolor, siento tu desasosiego y tu desgarro, lo comprendo y te acompaño también aquí. Pero tenemos que aprender a ver la muerte desde otra perspectiva, intentar creer más allá, tener fe en el sentido de la vida y en la muerte como un alto, como un cambio de estación, una parada en el camino. A mí me consuela cuando el dolor es lacerante e insoportable...
Un abrazo inmenso y gracias por esta reflexión, cielo.
Me encanta el titulo..... Muy mamadedos...por lo de jodidamente......
ResponderEliminarEs tal cual.... Lo leí y pensé en papa....zas....le llegó, de repente, sin avisar, con 54 años.....
Desde luego carpe diem.... Vivamos porque mañana no sabemos donde vamos a estar....
Sabes una cosa...yo a veces sueño con mi funeral.... E intento ver quien llora y quien no.... Suena raro.... Pero a veces lo sueño.
Un beso grande bego.
Te quiero
Precioso y a la vez triste...es realidad pura..no nos queda otra mas que aferrarnos a la vida y vivirla mientras nos dejen a tope..mil besos
ResponderEliminarcreo que el hecho de estar vivos nos predispone inevitablemente a morir algún día, probablemente el menos pensado.
ResponderEliminarayer hablaba con mi hermana de este tema precisamente, las dos tenemos obsesión por dejar planes ante y post mortem para poder consolar a quienes se quedan sabiendo que vivimos cada día como si fuera el último, pero no hay consuelo: uno acaba llorando más por el nuevo vacío en uno mismo que por quien se va.