viernes, 10 de octubre de 2014

También tengo miedo

Tengo miedo.


Mucho.

Sé que es mucho porque se cuela en mis noches y me martillea los sueños.

Miedo al imaginar el miedo de una mujer que lucha por su vida en un hospital mientras puede leer que algunos ya la han incinerado. Por pensarla ahí sola, sin recibir un abrazo, sin ni siquiera recibir una mirada de aliento de quienes la atienden, pues los ojos se esconden tras el protocolo. 

Miedo por creerla llorando la muerte de su amigo del alma. Miedo por su pareja, su familia, sus amigos. Miedo por todas esas personas en observación. Personas que llevan también sus miedos a cuestas. Personas que tienen a otras personas que las quieren y también sienten miedo.

El miedo en la ciudad ha sufrido un brusco incremento en los últimos días de un mil por ciento, aunque la cifra no se conoce con exactitud. El miedo en el país, en el continente, en el mundo occidental está a punto de desbordar todas las previsiones.

¿Qué decir del miedo en el corazón de la epidemia? El miedo de todas esas madres, el miedo de todos esos niños. Huérfanos. El miedo de los médicos, que lo esconden como si los enfermos fueran sus propios hijos.

Miedo por ver una sociedad cada vez más deshumanizada. Que vive asustada por el miedo al contagio, por el miedo a que el mundo se convierta en una suerte de ensayo sobre la ceguera.

Miedo de que África sea visto como un continente tan lejano como Marte y tan poco importante como un islote sin descubrir en medio del Pacífico. Miedo porque el miedo a los africanos que implica el racismo aumente exponencialmente. Otro motivo más para aumentar el odio al diferente.

Y también tengo, no voy a mentir, el miedo que tenemos todos. A que este virus maldito haya venido para quedarse a vivir por aquí mucho tiempo mientras destroza todo a su paso. 

Miedo a morir o que otros mueran.

Tengo miedo a que mis hijas perciban todos mis miedos. 

Tengo miedo cada vez que mis hijas me dicen que tienen miedo. 

Mejor dicho, no tengo miedo, tengo pánico.


7 comentarios:

  1. Como para no tenerlo: Esta historia es abrumadora la míres desde el punto de mira que la mires.

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  2. Miedo a no confiar en lo que nos cuenta, que genera más miedo todavía. Pero también esperanza en que al menos tras los trajes de protección si que reciba esta chica una mirada de aliento. Estoy segura de que es así. Confío en la profesión médica.

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    1. Sí, yo también confio, lo que he tratado de decir es que con esas mascarillas ella no podrá ver los ojos de los médicos y enfermeros y eso tiene que ser desolador.

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  3. Miedo a morir viendo cómo otros te culpabilizan de tu destino. Cómo tu lucha es en soledad y sin psibilidad de que alguien te abrace, ni siquiera te coja con fuerza una mano.

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  4. Yo prefiero casi no pensarlo Bego, porque es verdad que si lo pienso, el miedo me aturulla a mí también, y en estos momentos hay que ser un poco más fuerte. Seguro que todos saldremos de esta. Un abrazo

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  5. en ocasiones el miedo deja de paralizarnos, nos abre los ojos y nos lleva a la acción, ya soloo por eso vale la pena que sucedan estas cosas, porque puede ser origen de un cambio

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