Cuando se hacían fotos en la escalera, le gustaba posar un peldaño más arriba que su hermana para parecer igual de alta. Quería ser mayor y repetía a todo el mundo que casi tenía cinco años y que su madre la dejaría enseguida llevar tacones y pintarse las uñas para ir al cole.
De mayor quería ser bailarina y cantante y pareciera que ya lo fuera porque siempre estaba pegando botes y moviéndose como loca en cualquier momento y lugar. Hasta el punto de que este verano casi hace descarrilar el trenecito de la feria por despistar al señor que movía la máquina. "Mi madre casi me castiga, pero no lo hizo porque le di un beso gigante" exclamó audaz.
Llegó por fin la noche antes de la vuelta al cole. De tan nerviosa que estaba, se durmió más tarde que sus padres y a las 7 ya estaba despierta y en la cocina esperando que alguien le preparara el desayuno. "¿Puedo desayunar chuches?" Preguntó como cada mañana con cara de ilusión. Siempre era un no rotundo pero, ¿y si ese día era un sí? Tenía que intentarlo.
Cuando llegó al cole saludó con alegría a todos los amiguitos del año anterior y jugó al pilla pilla con ellos los cinco minutos previos a la entrada a clase.
Salió contenta, como siempre. Contó que lo había pasado genial, sólo que Fernando le había dicho que su pelo era feo. "Me da igual mamá, yo sé que mi pelo es precioso".
La semana pasó deprisa, y también el mes. Los polos del uniforme llevaban manchas imposibles de sacar desde el primer día. Todo muy normal. Todo dentro de lo previsto.
"Mamá, me ha dicho Fernando que huelo mal, por favor frótame fuerte en la ducha".
Llegó su cumple. No quiso invitar a Fernando, "no mamå, no le apuntes en la lista, que siempre se mete conmigo".
La madre creía que eran cosas de niños. En parte por no parecer tremendista, en parte por no querer ver. El padre también.
Ese niño sólo dice tonterías, lo hace para chincharte, no le hagas caso.
El niño un día la empujó y ella se hizo una herida al caer.
Eso ya se ponía feo. Primera medida, hablar con la profe.
Si continúa, hablar con los padres. Si no cesa, poner una denuncia. Si no es suficiente...
La madre quisiera decirle cuatro cosas al niño. Arrinconarle y susurrarle al oído cosas que le den miedo. Sabe que no debe. Sabe que no puede. Pero quiere con todas sus fuerzas. Desea que ese niño sufra como lo hace su hija para que comprenda que no se puede ir por la vida atosigando a las personas y haciendo daño. Pero no lo dice. Sabe que no se puede combatir el problema de esa manera, que no es políticamente correcto. El padre piensa lo mismo. Y también se calla.
(Esta historia está basada en hechos reales aunque no se corresponde literalmente con la realidad. Tristemente el acoso escolar es un tema que escucho últimamente mucho, a hijos de amigas mías les ha ocurrido a edades muy tempranas, cinco y seis años. Un post de Cata de Mamátambiénsabe trataba de un caso duro de este tipo y levantó una oleada de comentarios sobre experiencias bastante difíciles. Más del 43% de los casos de acoso se dan en primaria. Me pregunto cuántos en infantil. Me pregunto por qué ocurren. Me pregunto qué hacer ante el acoso y cómo evitarlo. A día de hoy no tengo respuestas).
Cuando llegó al cole saludó con alegría a todos los amiguitos del año anterior y jugó al pilla pilla con ellos los cinco minutos previos a la entrada a clase.
Salió contenta, como siempre. Contó que lo había pasado genial, sólo que Fernando le había dicho que su pelo era feo. "Me da igual mamá, yo sé que mi pelo es precioso".
La semana pasó deprisa, y también el mes. Los polos del uniforme llevaban manchas imposibles de sacar desde el primer día. Todo muy normal. Todo dentro de lo previsto.
"Mamá, me ha dicho Fernando que huelo mal, por favor frótame fuerte en la ducha".
Llegó su cumple. No quiso invitar a Fernando, "no mamå, no le apuntes en la lista, que siempre se mete conmigo".
La madre creía que eran cosas de niños. En parte por no parecer tremendista, en parte por no querer ver. El padre también.
Ese niño sólo dice tonterías, lo hace para chincharte, no le hagas caso.
El niño un día la empujó y ella se hizo una herida al caer.
Eso ya se ponía feo. Primera medida, hablar con la profe.
Si continúa, hablar con los padres. Si no cesa, poner una denuncia. Si no es suficiente...
La madre quisiera decirle cuatro cosas al niño. Arrinconarle y susurrarle al oído cosas que le den miedo. Sabe que no debe. Sabe que no puede. Pero quiere con todas sus fuerzas. Desea que ese niño sufra como lo hace su hija para que comprenda que no se puede ir por la vida atosigando a las personas y haciendo daño. Pero no lo dice. Sabe que no se puede combatir el problema de esa manera, que no es políticamente correcto. El padre piensa lo mismo. Y también se calla.
(Esta historia está basada en hechos reales aunque no se corresponde literalmente con la realidad. Tristemente el acoso escolar es un tema que escucho últimamente mucho, a hijos de amigas mías les ha ocurrido a edades muy tempranas, cinco y seis años. Un post de Cata de Mamátambiénsabe trataba de un caso duro de este tipo y levantó una oleada de comentarios sobre experiencias bastante difíciles. Más del 43% de los casos de acoso se dan en primaria. Me pregunto cuántos en infantil. Me pregunto por qué ocurren. Me pregunto qué hacer ante el acoso y cómo evitarlo. A día de hoy no tengo respuestas).
Efectivamente así es... la mayoría dw veces todo comienza con simpkes hostigamientos y desafortunadamente lis padres de la víctima se ven expuestos a tener que conformarse con "la paciente espera a qué el centro haga algo".
ResponderEliminarTriste e injusto. Y lo peor es que muchas veces el centro no hace nada. Y muchas veces lis niños se quedan sólos. Y lo que es peor... muchas veces el desenlace es fatal.
Gracias por hacer eco de este problema.
Es importante dar visibilidad, y tu relato aunque ficticio, es muy veraz.
Un abrazo y gracias por compartir mi post.
Me ha gustado mucho... Los niños son muy crueles, inocentes pero crueles, y si las ciertas situaciones no se manejan a tiempo y de forma adecuada, al final terminan desmadrándose. El año pasado, mi hija y su mejor amiga pasaron una etapa difícil y ella se sintió muy sola. La cosa se juntó con cierta falta de empatía de la profe y, al final, se pasó tres o cuatro semanas sin querer ir a clase, todos lo pasamos muy mal. Sientes mucha impotencia
ResponderEliminarLa crueldad de los niños choca con su inocencia...... y es que es así de duro. Desde luego hay que tomar cartas en el asunto cuando se da una situación de acoso, bulling o como lo queramos llamar.... por el que lo sufre que lo pasa fatal y le puede crear un trauma si no se canaliza bien y se habla con claridad y desde luego por el que lo hace..... para que no vaya a más, conozca, sepa y tenga claro que puede hacer mucho mucho daño.
ResponderEliminarUn beso
Un tema muy difícil que desgraciadamente esta ahí desde siempre. Y no parece que vaya a mejor. Hay quien dice que son cosa de niños, pero cuando lo sufres no piensas igual. Yo aun recuerdo algunas de las cosa que me hicieron/dijeron de pequeña. Y eso que mi caso no fue muy grave, en comparación con otros que conozco. Afortunadamente tuve unos padres como los que describes en tu post, que me dieron todo su apoyo.
ResponderEliminarEs un tema muy complicado. Algunas veces porque desde el colegio no ven "maldad", otras porque los padres del acosador "pasan".
ResponderEliminarSi hubiera una mayor implicación padres/colegio, y responsabilidad entre todos, estoy segura que estos casos no se repetirían.
Lo he vivido, lo he sufrido y a veces incluso se cuela en mis sueños. En el cole me llamaban FEA, y aunque ya por aquel entonces tenía la capacidad para comprender que la única fealdad estaba en ellos, seguía encogiéndome por fuera y -lo que es peor- por dentro, cada vez que me lo gritaban. No solo por mi timidez y mi innato sentido del ridículo, sino porque consiguieron que me lo creyera y que incluso se me quitaran las ganas de "exponerme" y salir a la calle.
ResponderEliminarEs difícil hacer entender a aquel que habla un lenguaje traducido al odio y al desprecio. Es difícil que la sociedad te ayude, te crea, y sea tan rápida como eficaz en la respuesta. Toca aprender a crecerse, aprender a ser fuerte, a seguir adelante y a quedarse con lo bueno y los buenos de la vida. Hoy pienso que aunque es triste aprenderlo tan joven, mejor hacerlo cuanto antes y aplicarlo en todos los planos en los que sea necesario ponerse por encima de todo lo dañino.
Un gran abrazo.
Bego, se me pusieron los pelos como escarpias las dos veces que leí este post. Es un tema muy complejo. Lo importante como mamás y papás, es acompañarlos, contenerlos. Tratar de hablar de esto en la escuela y si se puede con los padres del niño acosador. Yo no creo que los niños porque sí actúen así. El entorno es fundamental, ellos absorben todo a su alrededor. No podemos hacer la vista gorda. Muchas veces hablando no se llega a nada, otras veces sí. Por eso vale la pena hablarlo, darle visibilidad y no naturalizarlo "porque son niños".
ResponderEliminarBesotes, amiga!
Es triste que se produzcan estos casos, pero lo que más temo es no darme cuenta si mi bichilla es acosada de esta forma o peor ¡si es ella la que hace este tipo de cosas a otros niños! Espero por lo menos no equivocarme tanto en su educación como para que se convierta en la matona del colegio, y también tener suerte para que ella no sea la víctima.
ResponderEliminar