Querida Bego:
Hoy nos hemos vuelto a ver después de varios meses sin encontrarnos. Ha sido un instante fugaz, un visto y no visto, un encuentro apresurado, como una de esas citas rápidas de siete minutos a la que estuviste una vez tentada de apuntarte. Apenas me has mirado de reojo, me has tocado durante unos segundos, me has sacado de la caja y, después, tras titubear un pequeño lapso de tiempo, me has vuelto a dejar donde estaba.
Desde ya te lo digo. No puedo más. No soporto este desprecio absoluto que me profesas. La primera vez que decidiste no dejarme entrar en tu armario tras el verano de 2007 me sentí muy dolida. Lloré lo que no está escrito. Hasta el punto de que mis compis me dieron de lado y me pasé todo aquel invierno más sola que la una. Aburrida y despechada. Triste y enfadada. Sí, te guardé rencor durante mucho tiempo. Yo, que te quise tanto y te hice sentir como una diosa tantos días y noches de nuestra vida juntas. ¿Por qué me hacías eso? Me costó hacerme a la idea de tu carácter caprichoso y advenedizo, de tu gusto por la novedad y el estreno, algo que, como bien sabes, está muy mal visto en nuestros días.
Cuando llegó la crisis pensé que vendrías a rescatarme, de hecho, salvaste del ostracismo a algunas prendas que me juraste que jamás te volverías a poner. Pero nada. Hiciste como hoy, dejarme tirada.
Cuando adelgazaste pensé, ya está, ésta es la mía. Como ya no se te marcaban los michelines, creí, inocente de mí, que vendrías como loca a buscarme y que volveríamos a salir a la calle juntas a comernos el mundo. Pero nada chica, ni siquiera te dignaste a probarme.
Sé que no soy como la camisa de Chipie, que conservas desde la adolescencia por pura nostalgia. O como los vestiditos de bebé de tus hijas, a los que miras con ternura. Ni siquiera soy uno de esos vaqueros talla 36 que sigues guardando con la absurda esperanza de volver a lucirlos alguna vez. Que ya tienes una edad, hija mía. Lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible.
Así que, tras todos estos años pasados en la sombra, una vez superado el trauma de tus desprecios cada nueva temporada, quiero pedirte una última cosa. Creo que me lo debes maja, aunque sólo sea por esos ratos de diversión que compartimos cuando éramos jóvenes. Vale, MÁS jóvenes.
Quiero pedirte que me dejes marchar. Que me deposites en uno de esos contenedores de ropa de la calle. Me da igual que sea falso o no. Tan sólo quiero tener otra oportunidad, aquí o en cualquier otro sitio. Quiero volver a sentir que hago feliz a alguien. Quiero ver mundo, conocer otras gentes, revivir esa sensación de saberse querida. Y sexy.
Anda, qué te cuesta. Así, además, te dejo el hueco para que otra como yo dormite en el trastero y quede espacio en el armario para una prenda nueva. ¿A que ya empieza a gustarte la idea?
Deseando saber de ti.
Con cariño
Tu camiseta favorita de 2004
Cada seis meses paso revista a toda la ropa, tengo hasta un excel donde marco las altas y las bajas!!! y nunca cambio de armario, todo esta allí porque nunca sé cuándo estaré en el norte o en el sur... pero ¡ay! conozco a varias personas que no dejan a la ropa seguir su camino y buscar otros cuerpos e incluso otros usos!
ResponderEliminarLiberación para la ropa marginada YA! Y mucha suerte para la camiseta favorita de 2004!
En serio? Un excel? Eres mi ídola ;-) la he liberado, se lo merecía , jeje
EliminarJajajajajajaja.... Si las camisetas desesperadas escribiesen cartas, yo tendría el buzón totalmente a rebosar!!! ufffff... madre del amor hermoso, qué desperdicio de mercadillo tengo entre mi armario y los dos trasteros! En fin.
ResponderEliminarPor cierto, hecho de menos autorretrato o autofoto de la plumilla narradora de esta historia... Qué se llevaba en el 2004???
Jajajaja. Un besazo bonita!
jajajajaja. En dos semanas hago mudanza, así que imagino que aparecerán unas cuantas camisetas .......
ResponderEliminarbesos
¡Uy de 2004! Pero si es casi nueva... Tengo yo que hacer revisión a mi fondo de armario que creo que puedo localizar alguna de antes de 2000 que creo que ya no me pondré...
ResponderEliminarjajajajajaajajajajajajajajajajaja Bego!!! Es MUY genial este post!!! Si mis remeras hablaran, che...
ResponderEliminarBesazooooooooooooooooooo
Este año he liberado muchíiiiisima ropa. Es algo que siempre me ha costado hacer, pero se ve que con la maternidad se me ha desarrollado el gen materno de tirar/dar cosas. Cómo me enfadaba con mi madre cuando lo hacía ella, y ahora mírame, haciendo lo mismo yo. Eso sí, mi camiseta no es del 2004, es del 90 o 91, de cuando iba al colegio. Nostálgica que es una.
ResponderEliminarUn beso!
Me ha encantado!!! Yo hice un repaso al armario a finales de agosto, y tuve que dar un montón de ropa, mucha de ella casi nueva. De vez en cuando es necesario hacerlo, es como limpiarse una misma :)
ResponderEliminarjajajaaj, es buenísimo!!! A mí me toca hacer inventario del armario en breve también...jajajaja
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