domingo, 20 de diciembre de 2015

Mis razones para no votar

Sí, no voy a votar esta vez. Me he cansado. ¿Que cómo yo siendo mujer y declarándome feminista me atrevo a no votar? Pues mira, no ha sido fácil. De hecho aún sigo, a las dos de la tarde del 20 de diciembre de 2015, con mis dudas sobre si sí o si no. Y sobre todo dudo mucho de si publicar esto o no. No tengo que justificarme de nada y por nada, no lo hago por eso. Es un impulso, algo dentro de mí me lleva a escribir esto. Mis dedos van sólos.

Estoy contenta de que por fin ya no esté todo en manos de dos partidos, como la liga de fútbol. De que haya otras alternativas que de verdad tienen oportunidades. Porque alternativas siempre ha habido, hay muchos más partidos, aunque todos sabemos que con pocas opciones de tocar el poder.

El poder. Esa mágica palabra que a todos parece enloquecer. Esa herramienta que todo lo puede y todo lo es. Ese anillo dorado que convierte en "otra cosa" casi todo lo que toca. 

Porque el poder corrompe e idiotiza. Vuelve a la gente del revés. Les da alas para decidir, sin importar si esas decisiones contradicen sus promesas, sus supuestos ideales, sus objetivos vitales. Y muchas veces es la excusa perfecta para mirar más hacia uno mismo que hacia cualquier otro.

Estoy harta. Llevo votando desde hace más de veinte años y he votado de todo. No soy ni de unos ni de otros. No tengo ningún carné. Supongo que no soy muy diferente al resto. Simplemente tengo unas ideas sobre ciertos temas y otras sobre otros. Creo en la libertad, en la convivencia pacífica, en la igualdad de oportunidades, creo mucho en la igualdad de oportunidades. Y sobre todo, lo que quiero, es vivir tranquila, como todos. Y no me consta que ninguno de los cuatro partidos diga que no cree en estas cosas. Tampoco me consta que seamos libres, más allá de la libertad de nuestra actitud ante la vida. Porque ni siquiera la libertad de pensamiento existe, ya que la mayoría de nuestros pensamientos está influido por lo que vemos y escuchamos a nuestro alrededor. Lo que creemos que pensamos, muchas veces es en realidad lo que piensa nuestro compañero de al lado, o la cadena de televisión equis. Así de triste.

Sí, vivimos en un país libre, donde existe algo llamado libertad de expresión. Pero cada vez es menos libre y no sólo por la ley mordaza sino porque nos "debemos" al sistema. Formamos parte de una rueda de la que no es fácil escapar. Y no sólo por el sistema, sino porque si opinas abiertamente sobre algún tema, da igual el que sea, siempre tienes cerca de ti a alguien que te machacará y usará su "poder", verbal o social, en tu contra.

Recuerdo cuando todo mi mundo se vino abajo en la clase de Filosofía de tercero de BUP. Todos los valores que entonces creía imperturbables, fueron cayendo uno a uno tras escuchar a mi profesora, Ana se llamaba, hablar del mito de la caverna de Platón. ¿Y si todo lo que yo creía que era la realidad era falso y lo que yo estaba vivendo eran sólo las sombras de lo verdadero? Y tomé una decisión bastante difícil para mí entonces. No iba a hacer la Confirmación porque tenía miles de dudas y me sentía incapaz de confirmar nada. Y aunque me costó tomar esa decisión, me sentí libre una vez que la tomé.

Ahora no me siento especialmente libre no votando. Creo que si de verdad hubiera una propuesta que me convenciera de verdad, que no me ofreciera ninguna duda, o al menos sólo unas pocas dudas, mi voto ya estaría en una urna. Sí, se que lo perfecto no existe y todo eso.

De verdad que me siento mal no yendo al colegio electoral. Porque me gustaría votar. Porque no soy una pasota, ni apolítica, ni comodona, ni todas esas cosas que dicen de quienes no ejercen su derecho.

Pero me siento incapaz de hacerlo y después arrepentirme de haberle dado mi voto a alguien que me decepcione, porque donde dijo digo diga diego y bla bla bla. No quiero entrar en el juego, al menos no esta vez.

Mucha gente se me echará encima y me recriminará mi acto y me dirá que luego no se me ocurra quejarme o que con todo lo que la mujer sufrió para poder votar que ya me vale, etc, etc. Es algo que ya me espero. 

Mi conciencia, mis muchos días de reflexión, me han llevado a abstenerme por primera vez en mi vida.

Y es una opción tan respetable como cualquier otra, sea cual sea tu opinión.

Ojalá que para la siguiente ocasión las cosas hayan cambiado. Entre otras cosas me encantaría ver a una mujer de candidata. Sí, sé que es difícil, no imposible.

Prometo no quejarme si tú prometes no juzgarme.

2 comentarios:

  1. Sabes lo que te digo, que has hecho lo mejor. Yo hoy he votado, me he creído eso de que es lo que hay que hacer, pero realmente no he votado nada convencida.
    Tu opción, como país libre en el que vivimos, es tan buena como cualquier otra.
    Merce

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