viernes, 3 de enero de 2014

Queridos Reyes Magos


Estimadas Majestades de Oriente,

Estoy a punto de tener una conversación con mi hija mayor que no quiero tener. En breve le desvelaré la dramática realidad sobre su existencia, la de ustedes, y no duermo de pensarlo. 

Antes de ser madre, creía que lo que más trabajo me costaría sería explicarle de dónde vienen los niños o por qué morimos. Pues no. Estaba completamente equivocada. La revelación de este secreto es, hasta el momento, la más dura conversación a la que me he enfrentado, o más bien diré, me voy a enfrentar. Me está matando.

Verán ustedes, por una parte pienso que será un alivio, pues ya no tendré que andar ocultándome para conseguir los regalos, ni guardando las cartas en lugares recónditos, ni respondiendo a frases del tipo: "puedo pedir lo que quiera porque los reyes lo traen todo" o ”¿cómo suben los camellos a casa?. Ni sufriendo envolviendo los regalos en el baño con el pestillo puesto la noche del 5 de enero. 

Ah, no, calla, tendré que seguir pues tengo otra hija de cinco años.

Me asusta pensar en su reacción. En que me suelte algo como: "entonces, me has engañado" y ver su cara de decepción. Me da palo que se le escape y arrebate a su hermana la ilusión que ha disfrutado ella todos estos años. Y, sobre todo, me da mucha pena el cambio que supone para ella y para mí. El dejar de ser una niña pequeña, mi niña pequeña, para empezar a convertirse, poco a poco, en mujer.

Desde que cumplió los diez años la veo distinta. Se nota mucho el cambio, tanto físico como intelectual. Ella se enfada cuando le decimos que está haciéndose mayor y dice que no quiere cambiar, que quiere seguir siendo niña y que por favor no la dejemos pasar la edad del pavo, como si tal cosa se pudiera dependiera de mi voluntad o mi autoridad (?!) de madre. A mí eso me encanta. Me gusta saber que adora ser niña, que sigue jugando con cosas de niñas y que no tiene prisa por crecer. Pero es ley de vida y ahora comienza otra etapa. Ni mejor ni peor. Diferente. Y tenemos que intentar ver el lado positivo de todo ello.

¿Existiría alguna manera, al menos, de paliar el shock que será para ella el saber la verdad? En el fondo muy fondo quisiera que ya lo supiera y que estuviera tan sólo fingiendo para no hacernos sentir mal.

De momento, señores majestades, voy a contarle una bonita historia que un día leí y que me encantó, es un pelín cursi, vaaaaaaleeeee, lo reconozco. Con todo y con eso me gusta. Me ayudó a mí misma a reconciliarme con mi propia infancia y con ese duro momento en el que alguien en el cole me dijo que los reyes no eran ustedes. Que eran otros que estaban en mi propia casa. 

Puede que la modifique un poco, para adaptarla  a su edad (y para quitarle un poco de sensiblería, sólo un pelín), y que la envíe por correo postal, como he leído que otros padres han hecho con éxito.

En cualquier caso, esta carta que ahora escribo, más allá de servir para contar mis penas, es para daros las GRACIAS. 

Las gracias por todos los años que de niña viví emocionada toda la Navidad esperando vuestra llegada. Y las gracias por toda la ilusión que he visto en mis hijas todo este tiempo, sus caritas de asombro, sus preciosas cartas, la ilusión con la que ponen las galletas y el agua cada noche del cinco de enero junto el árbol. Junto a uno de sus zapatos. Un año, el más difícil para marío y para mí, L. dejó su cámara de fotos para ver si el rey Melchor "se hacía una foto con ella" y se la dejaba de recuerdo. Uf, si queríamos arroz, nos llegó un saco entero.

Yo, a mis cuarenta, sigo esperando nerviosa a abrir mis regalos el día de Reyes, aunque los haya envuelto yo misma. Y escribo crédula mis deseos para colgarlos del abeto navideño con la firme convicción de que alguno de cumplirá. Sigo creyendo que ustedes existen, digan lo que digan. Si no, ¿qué hago ahora escribiéndoles esta carta? Sería de locos.

Lo siento señor Santa Claus, usted nunca nos ha llenado lo suficiente. Disculpe que le utilicemos de excusa para adelantar los regalos de Reyes cuando estamos en Murcia. Es la única forma de que los regalos de abuelos y tíos no les lleguen en Semana Santa. Esto es así.

Y sin más, me despido de ustedes, pidiéndoles sólo una pequeña cosa para este año. Que la mágica inocencia de la infancia permanezca siempre cerca de mis hijas, aunque tengan 60 años y odien en algún momento de sus vidas la Navidad.



Carta extraída del blog Planes con hijos


Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
— ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
— ¡Oh, sí! —exclamó Gaspar—. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
— Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y su voz se escuchó en el portal:
— Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
— ¡Oh! necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes, no existen tantos.
— No os preocupéis por eso –dijo el Niño–. Yo os voy a dar no uno, sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
— ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible?—, dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.
— Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños?
— Sí, claro, eso es fundamental—, asintieron los tres Reyes.
— Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
— Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje— respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
— Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que el Niño Jesús estaba planeando, cuando su voz de nuevo se volvió a oír:
— Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, yo ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.


Editado: han pasado dos años desde que escribí este post. No tuve valor de contarle nada, ni de escribirle la carta. Ella no preguntó y yo preferí seguir con la "magia". No sé si hice bien o mal. Sólo sé que hace unos días, cuando por fin encontré el momento adecuado, ella se resistía a saber la verdad. "Nooooooo, mamá, sí que existen, no me digas eso". Hija, yo sé que tú sabías todo desde hace tiempo. "Siempre quise creer que todos los demás estaban equivocados y que sólo yo sabía la verdad, que los reyes existen". 

Pues sigue creyendo pequeña, sigue creyendo porque, hasta yo misma creo que de alguna forma, existen y que la magia no debe terminar nunca.




13 comentarios:

  1. A mi no me lo llegaron a contar, yo lo sabía y aguante dos años sin decir ni mu, y el tercero ya fui directamente a mi madre para decirle lo que le tenían que comprar a mi hermana para reyes ese año y me metí a ayudarles en secreto. En mi casa los reyes siempre han sido de lo mejor del año y aún siendo mayores hemos seguido con la tradición y la sorpresa, y ahora con dos nietos en la familia ya ni te cuento. Suerte!!

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    1. En realidad yo creo que ella ya lo sabe y se calla, jeje. Por eso quiero hablarlo con ella, por eso y porque me pregunta constantemente!

      Para mí también ha sido siempre la mejor fiesta de todas. Me encanta y no quisiera perderla nunca. Ya os contaré.

      Muchas gracias por la visita y el comment y feliz año!

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  2. A mi (y a toda la clase) nos lo dijo una profe desalmada a los 7 años, ¡flipa! Lo peor es que a mi se me encendió la bombilla y todo cobró sentido, así que se lo conté a mi hermano y a sus amigos (de 5 años). Me cayó una bronca de las que más recuerdo. ¡Mantén la magia mientras puedas!

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    1. A esa profesora deberían haberla encerrado y tirado la llave! Pero cómo pudo ser tan despiadada! Y lo tuyo, jaja, no tiene nombre, pobrecico tu hermano y amigos, pero claro, tenías siete años, es que es normal.

      Con la mayor me temo que esa magia no la podré mantener más pues no para de hablar del tema... Como es muy responsable no me la imagino contándoselo a su hermana, ya tiene diez años y a esa edad creo que sí podrá guardar el secreto.

      Un besazo Irene, gracias por venir y feliz año otra vez.

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  3. me encanta la historia de la carta. ojalá funcione bien. buena suerte!

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  4. Muy buena idea la de la carta. Yo me temo que serán ellos quienes me la envíen pero me guardo la idea, por si acaso.

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  5. Muy buena idea la de la carta. Yo me temo que serán ellos quienes me la envíen pero me guardo la idea, por si acaso.

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    1. Jajaja, puede ser, siempre es bueno guardarse un as bajo la manga.

      Feliz año Henar! A ver si al final quedamos, hablamos o lo que sea ;-)

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  6. Seguro que va todo bien, se pondrá de tu lado y te ayudará a mantener la magia con su hermana pequeña. (Yo le conté a la mayor más o menos la misma "leyenda" que la tuya). Al menos a mí me ha pasado eso. Las mías también se llevan 5 años ahora están en 15 y 10 años. Estoy en ese punto con la pequeña, que tiene mucha mucha fantasía.me da penita porque es la pequeña, pero… Lo bueno es que estamos rodeados de amigos de todas partes y cada familia lo celebra a su manera: tenemos amigos que celebran hanuka, italianos con la bruja Befana, holandeses y su San Nicolás del 5 de diciembre,otros solo Papá Noel que dejan regalos debajo del árbol ,nosotros que hacemos Caga Tió, Papá Noel y Reyes Magos,¡ mi hija ya está preparando sus zapatos preferidos para ponerlos junto al balcón! Un abrazo, y enhorabuena por tu blog, ¡que no te comento pero me gusta muchísimo!

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    1. Ay Maite, ojalá me pase como a ti. Está genial eso de tener cerca tradiciones de otros países, lo de la bruja me enteré este año por una compi italiana. ¿Qué es el Caga tió? Tengo que investigar... Quizá tú puedas esperar un año más con tu peque...

      A mí me encanta tu blog también, me ha dado gran alegría verte por el mío, aunque últimamente leo pocos blogs, el tuyo lo recuerdo como de los mejores (mira por dónde voy a pasarme luego).

      Muchas gracias por tus palabras. Feliz 2014 y felices Reyes!

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  7. Y por qué querrías contárselo? Jijiji Mi hijo me lo dijo un año a mí buscando mi aseveración de que era cierta su creencia, y me lo puso fácil. No hay mucha trascendencia en que siga así hasta que llegue su momento, no? Al fin y al cabo la imaginación es de las pocas cosas que tenemos con derecho de uso exclusivísimo, jajaja. Decidas lo que decidas, bien hecho estará! ♥

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    1. Yo no quiero contárselo pero ella no para de preguntarme, y delante de su hermana, así que he decidido hacer lo de la carta, que creo que es una buena forma de contarlo sin perder del todo la ilusión. Ya os contaré el resultado. Un besazo y muchas gracias por visitarme de nuevo. Feliz 2014!

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Me encanta que leas mi blog y si encima vas y me dejas un pequeño comentario me haces la mar de feliz ¡Mil gracias!