jueves, 19 de diciembre de 2013

AZ de la maternidad. Con R de Resiliencia


Hace unos días mi hija pequeña me dijo una frase que me dejó clavada. Llegaba yo del trabajo y, como cada día, fui a darle un beso. Pero ella no quería. Y le pregunté por qué. Me soltó esto: "es que ni 'quisiera' eres mi madre". Toma ya. La frase que más he temido desde que me convertí en su madre, por la vía de la adopción, acababa de darme un bofetón en toda la nariz (que duele más que en la boca).

Una espera esa frase desde antes de ser madre. Mientras recorre el camino del hilo rojo que un día te conté en este mismo diccionario maternal. Lo que una no se espera es que te la suelte tu hija (esclafe diría mi madre)  a los cinco años un día cualquiera y encima en público (estábamos en la consulta del dentista). 

Me quedé bloqueada, no sabía qué decirle, así que ahí no le dije nada, me limité a darle el beso sin más. Y después por la noche hablé con ella. Le comenté que no me había gustado que me dijera eso, que me había hecho daño y que yo sí era su madre, que nunca iba a dejar de serlo. También le pregunté por qué lo había hecho. Y ella no fue capaz de darme una respuesta, normal, tiene cinco años. Es ahora cuando está empezando a darse realmente cuenta de su condición de niña adoptada, de su vida anterior, de su otra familia, de su otro país. Acabamos dándonos un abrazo gigante y muchos más besos y creo que ella por un lado se quedó aliviada de mi reacción y por otro, confusa igualmente por seguir sin entender qué le pasa en realidad, quién es y por qué su vida es la que es y no otra.

Y fue entonces cuando volvió de nuevo a mi mente el concepto de resiliencia del que tanto leí en su día cuando comenzaba la aventura de la adopción. Esta palabra vino a mí justo en aquella época. Por eso la asocio de forma directa a maternidad y la adopción, aunque se trata de algo más amplio y que puede aplicarse a cualquier persona.

La resiliencia se puede definir como la capacidad de sobreponerse a las adversidades. La fortaleza de ánimo para superar los malos momentos o golpes de la vida y que, por tanto, va unida indisolublemente a la capacidad para que tiene el ser humano para ser feliz a pesar de todo. Y, además, tiene que ver también con la habilidad de transformar lo malo en algo positivo y ser capaz de aprender y crecer a través de ello.

Cada persona tiene un nivel equis de resiliencia. Y se supone que cuanto mayor es tu nivel, mayor es tu salud emocional y más probabilidades tienes de alcanzar eso que todo bicho viviente anda buscando: la felicidad.

Por eso tiene tanta importancia en el mundo de la adopción. Nuestros hijos, ya lo he contado por aquí, llegan a nosotros con eso que llaman "la mochila". Con un pasado doloroso siempre. Con una herida primaria que es muy difícil de asimilar y superar, sobre todo cuando eres un niño y estás descubriendo el mundo.

¿Por qué me abandonaron? ¿No me querían? ¿Tan malo soy? 

Estas preguntas se las hacen los niños adoptados constantemente, casi siempre en silencio. Depende de nosotros, sus padres, sus hermanos, su familia extensa e incluso su círculo social, que esa resiliencia se fortalezca y crezca y que el día de mañana sean capaces de vivir con esas preguntas y sus respuestas (si las consiguen) o no. 

Tremenda responsabilidad.  

¿Estaré a la altura? ¿Lograré estar a su lado en su tristeza? ¿Seré capaz de ayudarle?

Estas son las preguntas que nos hacemos los padres. Jodidas también.

Y ¿qué pasa si nuestra resiliencia de adultos es débil, floja, escasa? ¿Cómo ayudamos a nuestros hijos a superar sus problemas si nosotros no somos capaces de superar los nuestros? Esto me da para otro post. No hablo de mí concretamente, porque ni yo misma me creo lo fuerte que soy y la enorme capacidad que tengo para sobreponerme a todo lo chungo que haya podido vivir. Me asusto de pensarlo. Aunque me cuesta esa última parte de ver lo positivo en lo negativo, lo reconozco. Más que verlo, me cuesta creerlo y asimilarlo. Soy capaz de ver la parte positiva, pero la negativa no dejo tampoco de verla. Sigue ahí a pesar de todo.

Leí en un blog muy querido para mí y que tristemente ya no se actualiza, La adopción por dentro, de la periodista y madre adoptiva Brenda Padilla, un decálogo de posibles acciones que podemos hacer para fomentar la resiliencia en nuestros hijos, de los doctores Brooks and Goldstein:




1. Mostrar empatía


2. Comunicar con respeto


3. Ser flexible


4. Prestarles atención 100% al niño (al menos quince minutos al día)


5. Aceptar a tus hijos tal como son


6. Darles la oportunidad de colaborar


7. Tratar los fallos como oportunidades para aprender


8. Destacar fortalezas  y habilidades


9. Dejar que tus hijos solucionan problemas y tomen decisiones


10. Disciplinar para enseñar, no para humillar o intimidar.

Al leerlo siento que tan mal no lo estoy haciendo pues cumplo en mayor o menor medida casi todos los puntos. El dos me lo salto más de lo que quisiera (perdóname hija) por mi impaciencia, el cansancio y todas esas excusas que ponemos cuando gritamos (mi falta de respeto se traduce en gritos, nunca en insultos y descalificaciones). También reconozco que, aunque la acepto y quiero como es y no la cambiaría por nada (no lo dudes nunca pequeña) a veces me cuesta lidiar con su carácter inquieto y alocado (aunque cada vez lo llevo mejor). Y me encanta reforzar sus puntos fuertes, tal vez incluso lo exagero todo un poco, aunque no creo que le venga mal. Y por supuesto, creo que el uso de la disciplina bien entendida, para enseñar y para que nuestra vida no sea un caos absoluto. De momento estamos trabajando en ello porque me temo que esta niña mía salió rebelde. Alegre, risueña, sensible y libre como un pájaro. 

Lo que más deseo es que siga siendo así dentro de veinte años a pesar de que tenga que trabajar mucho para gestionar su dolor. Y yo con ella. Siempre.


11 comentarios:

  1. creo que la peor parte es que esas palabras que duelen al escucharlas, duelen más al pensar lo que una niña tan pequeña pueda estar sintiendo para decirlas, por suerte se tienen la una a la otra para aprender y saltar estos baches

    la palabra resiliencia la escuché por primera vez en referencia a la naturaleza, pero desde que empecé a aplicarla con las personas se convirtió casi en un mantra! x)

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  2. Sinceramente esta historia demuestra claramente una cosa: ambas sois grandes mujeres o proyecto de, en su caso, y por eso ella te aporta tanto como tú le aportas. Un beso

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  3. Buffffff Bego jamía..... Hasta a mi me ha dolido al,leerlo..... Menudo bofetón!!!!!! Tu hija está creciendo, está madurando y evolucionando..... Y le salió así esa frase porque en el fondo ella en su interior se pregunta muchas cosas.... Seguro...... Al igual que todo en esta vida, esto también tiene un proceso........ Hay libros maravillosos que a ella, que no a ti, la ayudaran.... Sin lugar a dudas y a ti te serviran para sacar el tema y hablar con ella cada dia si hace falte. Cuando la niña haya entendido la situación y ya no le queden dudas de nada, pasará a la aceptación y normalización de la situación. Incluso se olvidará.......

    Eres muy grande Bego...... Lo que has hecho con esta niña es lo más grande que nadie puede hacer, es una acto de amor de lo más desinteresado..... Y ella crece con este amor que le dais.....

    No te quepa la me or duda cielo.

    Te quiero..... Mucho.......

    Pasate por ubuntuland.com. el lunes creo ha lo de ellos...... Te gustará...... Se llama maribel y es un amor.

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  4. Bego, yo te conozco "un poco" ya ;) y sé que eres un ejemplo en muchas cosas, y la resiliencia es una de ellas. Ya sabes mi opinión al respecto de lo que cuentas... AMOR, MUCHO MUCHO AMOR y no sólo estar, sino saber estar a la altura de las circunstancias y reaccionar como lo hiciste el otro día: con comprensión, cariño y equilibrio. Tú sabes muy bien el porqué de esas reacciones, son "pulsos" emocionales que muchos hijos nos echan a los padres, y que en el caso de los niños adoptados puede darse con más frecuencia porque deben asumir algo que obviamente cuesta y genera muchas más dudas de las que de por sí arrastramos las personas. Pero la diferencia siempre la marcarás TÚ, que vales muchísimo, que eres la mejor madre que podría tener, que la quieres como una madre solo quiere... Y eso, cielo, eso ella lo sabe y aunque a lo mejor necesite que se lo demuestres más a menudo, ahí estarás tú, a la altura y con ese saber estar y esa resiliencia que te caracteriza.
    Estoy segurísima.
    Un besazo, corazón!!

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  5. Yo me quito el sombrero frente a ti, porque no tengo la valentía necesaria para enfrentarme a la adopción. No soy tan echá palante...digamoslo así. Intento ponerme en tu piel en la sala de espera de ese dentista, y me imagino que la punzada de dolor que sentiste en el corazón, debió de ser tan fuerte que ni un puñetazo en la nariz sería comparable.
    Por tanto, creo que tu nivel de resiliencia es enorme!!
    Un besito

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  6. Bueno, yo creo que eres un ejemplo de resiliencia por cosas como las que cuentas en este post y por muchas otras. Y desde luego, un ejemplo de valentía para muchas caguetas como yo. Me encanta cómo has explicado un concepto tan complejo con éste y el sentido que tiene para ti desde tu punto de vista de bimadre.
    Eres un amor!!
    Un besazo

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  7. Uff si imagino que debió de ser duro, pero como dices es una niña y ni siquiera sabe las consecuencias de sus palabras aún.
    Te he leído y entiendo a todo lo que te tienes que enfrentar, creo que esa palabra es muy importante y seguro que lo vas a hacer bien con tu peque siempre :)
    Un abrazo!

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  8. ¡Ay! ¡Qué camino tan duro este de ser madres! Pero de todo esto yo sacaría lo positivo. Lo extrovertida, vivaz, movida que es tu hija, hace que exprese, saque fuera sus demonios... y eso te ayuda a dar respuestas. Mucho ánimo.
    Merce

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  9. Uf que difícil! Pero por lo que cuentas el bache esta superado es difícil para nosotros entender que abandonen a los niños asi que imagino que para el niño que lo sufre sera una pesadilla ... pero por suerte tu estas ahi para apoyarla y ayudarla en las adversidades! Mucha fuerza!! Besos

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  10. Jo, me has dejado helada. Imagino que la decisión que tomaste de darle el beso en su momento y hablarlo con ella más tarde fue la mejor opción, pero no deja de marcar esa frase. Resiliencia y empatía y sobre todo mucho cariño es lo que, creo que es necesario en situaciones como esta.
    Por ejemplo, con mi hija mayor, he tenido una similar, de "porque tú quieres más a mi hermana", que no se puede comparar, pero si que duele. Y mucho.
    Muchos besos familia.

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  11. Dolorosas palabras para una madre y como dices, doloroso para ella el hacerse preguntas. Pero no dudo ni por un momento, que aunque estas cosas seguirán pasando, sabréis superarlas. Eres muy fuerte, y tu hija también, porque está rodeada de una familia que la quiere y la adora.
    Besazos

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