sábado, 5 de marzo de 2016

Mira el lado positivo

Hace unos meses, en uno de mis viajes de vuelta a casa desde la oficina, me encontré de repente en un atasco inesperado. Un camión en prácticas era la causa. Y la cosa no mejoró cuando una grúa de pequeñas dimensiones se sumó a la caravana. No tenía una especial prisa. Sin embargo, el hecho de tener que ir a veinte por hora me hizo ponerme nerviosa. Noté mi corazón acelerado, empecé a resoplar y se me escapó algún que otro insulto en voz alta, desde el anonimato que mi coche me proporcionaba.

Tardé el doble de tiempo en llegar a casa. Eso, aparte de estar a punto de provocarme un ataque de ansiedad, me permitió lo siguiente:

1. Escuchar en la radio información sobre un curso de escritura creativa gratuito que iba a comenzar en breve cerca de mi casa. Era algo que llevaba tiempo queriendo hacer, así que en cuanto aparqué, lo busqué en el móvil, rellené un pequeño formulario (sí, con mucha dificultad) y empecé a ir a las clases hace unas semanas.

2. Parar en el paso de peatones y dejar cruzar a una chica que era clavada a una antigua compañera de estudios. La típica persona con la que te llevabas muy bien y con la que perdiste el contacto por esas cosas de la vida. Eso me hizo aceptar la invitación a una cena de antiguos alumnos del instituto que me llegó por Facebook a los pocos días. Aún no sé si esto es bueno o malo. Lo contaré cuando vuelva de la cena.

3. Descubrir que han abierto un nuevo restaurante en mi barrio.

4. Recibir una de esas llamadas de spam de un comercial de seguros y tener que colgar porque estaba conduciendo y necesito toda la concentración del mundo al conducir.

Lo que a priori parecía una contrariedad, el atasco, se convirtió en algo positivo. Y sin tener que hacer el esfuerzo de “tomármelo” como algo positivo. Que es precisamente lo que más cuesta cuando estás enfrascado en un momento negativo cien por cien. Porque entre tú y yo, ¿no te sienta como un pinchazo en el cuello cuando alguien te suelta eso de “mira el lado positivo”? Porque vamos a ver, esta frase ya se usa para todo. Da igual que estés contando que se te ha roto la plancha o que te has descubierto un bulto sospechoso.

¡¿Cómo que mire el lado positivo?!


Que sí, estamos de acuerdo en que no se puede ir por la vida con cara de limón pocho y soltando exabruptos sobre cualquier cosa a la primera de cambio. Pero de ahí al rollo positivismo por encima de todo va un abismo.

La queja y la lamentación están de capa caída en esta sociedad. A no ser que uses Twitter para decirle a una de esas operadoras móviles que te han timado con la factura. O Facebook para gritar que los lunes son una mierda.

Hay que estar felices. Ser felices. Con nuestros cuerpos, trabajos, familia, casa, amigos, salud, cuenta bancaria. Hay que ser positivos. Con todo lo que nos pase. Ya sea que nos despidan del curro o que nos pisemos una caca de perro en la calle. Y si queremos llorar o quejarnos, tenemos que hacerlo de puertas adentro, a ser posible sólo un rato por la noche y, si es en privado escribiendo todo en una libreta de papel, mejor que mejor. Te sirve de desahogo y no molestas a nadie con tus malos rollos.
Una buena opción es llorar en los atascos, nadie te ve, a excepción del coche de delante, al que tú no ves, con lo cual ¿a quién le importa? O en la ducha, para evitarte la rojez esa horrible de la nariz y los ojos.

Reír en cambio lo puedes hacer en cualquier parte, a todas horas, porque a todo el mundo le agrada. Puedes ir riendo sólo por la calle, que ya no te toman por loco como antaño. Más que poder, debes reír a todas horas. La risa, la sonrisa y la carcajada mueven no sé cuantos músculos de la cara a la vez, y eso es bueno. No recuerdo bien para qué es bueno, el caso es que lo es porque lo leí en alguna parte. 

Sonríe al despertar cada día y agradece al universo todo lo que te ha dado. Sonríe a tu familia en el desayuno aunque ellos te respondan con una mueca y un ojo medio cerrado. Sonríe a tus vecinos en el ascensor, aunque vayan fumando. Sonríe al dar los buenos días en la oficina, aunque algunos hagan como que no te ven para no saludar. Ríe sin parar mientras trabajas para estimular las hormonas de la felicidad y atraer las buenas energías. Envía el emoticono de la “risa hasta las lágrimas” a todos tus grupos, al menos una vez a lo largo del día. Mejor si pones muchos seguidos. Sonríe en el super, no sólo a la cajera o cajero sino a todo el que te encuentres por los pasillos, como si el super fuera tu pueblo. Ríe mucho con tus hijos mientras haces los deberes a la vez que pones la lavadora y le echas una sonrisa a tu perro. Y tras la cena, friega los platos con alegría. Por último, no te vayas a la cama sin haber visto algún programa o serie de humor en la tele o haber leído algún post tontorrón, como éste, que te haga olvidar los momentos amargos de la vida.

La vida son dos días y uno lo pasamos durmiendo no, ¿o era medio? Que no me entere yo que desperdicias otro medio con cosas negativas que no llevan a ninguna parte.

4 comentarios:

  1. +1, lo decía el otro día, no soy de las que ve todo de color de rosa, pero sé que las cosas, aunque sean horribles, las llevas mejor con humor que con mala leche, eso es así.

    o tal vez es que soy intolerante a la lactosa ;)

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    1. Tienes toda la razón, con humor todo se lleva mejor. Sólo quería incidir en esa tendencia que nos quiere convencer de que lo únic válido es reirse de todo y ser feliz. A veces hay que gritar, llorar y quejarse y ya si eso, después reirse de todo eso ;-)

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  2. De hecho te estoy leyendo antes de irme a dormir, para acostarme con una sonrisa en la cara...ni modo que en donde?

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    1. jajaja, otro día escribo uno para reírse, este era más reivindicativo...quiero mi derecho a la pataleta y a no reírme a todas horas :-))

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