jueves, 23 de julio de 2015

Miradas

Me ha mirado, estoy segura. Y no ha sido casualidad, sino a propósito. No han sido más de tres o cuatro segundos. Lo suficiente para que me haya percatado de ello. Por el rabillo del ojo le observaba, mientras intentaba continuar con El halcón maltés. Este Spade no me da buen espina, por cierto.

Ayer no me miró ni siquiera por equivocación. De esto que no quieres encontrarte con los ojos de alguien, pero a la vez se te va la vista hacia esa persona. ¿No te pasa? Como cuando de repente te encuentras mirando cosas que no debes, como el paquete, por ejemplo, de un tipo cualquiera.

En esta semana me ha mirado tres veces, una más que la semana anterior, y todavía queda el viernes. Así que estoy contenta. Aún tengo otra oportunidad. Y después ya hasta el lunes nada. Odio los fines de semana. Me suponen casi tres días sin verle y eso, a día de hoy, me cuesta muchísimo aguantarlo.

Ostras, me acaba de mirar otra vez. No puede ser. ¿Dos veces en el mismo día? Me va a dar algo.
                    
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¡No me mires! Deja de hacerlo por favor. No soporto que lo hagas, sobre todo porque nunca me miras a los ojos. Para eso prefiero que mires a la pared. ¿Es que nunca te han explicado que no se debe mirar ahí a una chica? Y menos aún si eres mi jefe. Si yo pudiera decir todo esto en voz alta...pero no puedo. Necesito este trabajo.

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Se ha dado cuenta de que la he mirado. Mierda. Sé que la conozco de algo, ¿de qué? Empiezo a preocuparme. Últimamente me paso tres pueblos con las copas y tengo lagunas mentales. ¿Ibamos a la misma clase? ¿Éramos vecinos en la playa? No me la habré tirado, ¿verdad? No es para nada mi tipo. Parece una monja con ese vestido por la rodilla.

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"No pienso dejar de mirarte, cabrón". Podemos estar así todo el día, me da igual. Él mirandome a mí y yo a él, sin mover un músculo de la cara "¿Crees que te tengo miedo? Todo el mundo te tiene miedo aquí menos yo". Pensaba que nadie se enfrentaría a él...hasta que llegué yo. "Soy lo mejor que ha podido pasarte, aunque no lo creas".

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-Mírate al espejo. ¿Es que no te ves? 

-Odio los espejos, no me gusto.

-Pero, ¿qué dices? Como no vas a gustarte. Le gustas a todo el mundo menos a ti. ¿Te das cuenta de lo absurdo que es eso?

-No digas gilipolleces. No le gusto a nadie.

-Mírate, en serio, mírate. Es el primer paso para aprender a quererte.

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Hay miradas que matan o que traspasan. Hay miradas furtivas, gélidas y cálidas, descaradas y tímidas, nítidas y oscuras, de soslayo, de asco y de poker. Hay miradas que hablan, que valen más que mil palabras. Miradas veladas y francas. Embelasadas, profundas, falsas. Que no ven y que ven más allá. 

Hay miradas que lo dicen todo.

Hay miradas que no dicen nada.




2 comentarios:

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