No pensaba hacerlo. Porque últimamente ando desganada, con el cuerpo y la mente perezosos. Pensando sólo en comer y dormir, como los bebés. Leyendo poco más que el twitter. Con mis cinco o seis libros a medias. Con el blog tiritando y las ideas hibernando.
Así que puedes imaginar que mis neuronas están bajo mínimos y mis enzimas digestivas en máximos, intentando digerir la enorme cantidad de calorías, azúcares, hidratos y grasas que la Navidad (y mi madre) me ponen delante, echando por tierra mi titánico esfuerzo de hace un año, cuando el señor Dukan y mi fuerza de voluntad, que me visita cada cinco años más o menos, me ayudaron a perder diez kilazos.
No pensaba hacerlo y, sin embargo, aquí estoy. Intentando hacer uno de esos posts parecidos a los típicos reportajes de los periódicos de estos días: las noticias más impactantes del año, las rupturas más sonadas, las fotos más divertidas, los escándalos más sorprendentes (esta la van a quitar en breve pues ya nada nos sorprende). Lo hago sobre todo animada por mi amiga Bea, a la que se le ha ocurrido montar un carnaval con esto de los balances. Después de leerla, me ha contagiado un poco de su energía locamotora y me he sacudido la pereza para poner el broche final a este año desde el blog.
Escucho por todas partes que 2013 ha sido malo, que por favor se acabe ya, que claro, era el año de la mala suerte por eso del trece... Pues por una vez tengo que discrepar.
Desde que empezó la crisis he pasado por tres años muy malos, de 2010 a 2012 incluidos, siendo el más duro el primero de ellos. Viendo como marío, que entonces era autónomo y que lo ha sido durante muchos años hasta hace 3 meses, no encontraba proyectos nuevos. Agobiada cada mes porque no sabía de dónde iba a sacar el dinero para pagar mi hipoteca (sí, de las del boom) que cada fin de mes el banco se afana en cobrar. A veces no sabía de dónde sacar para pagar la compra semanal. Y así un mes tras otro, teniendo que mal vender nuestro coche, entre otras muchos malabarismos, para llegar a fin de mes sin morir en el intento. Teniendo que mentir muchas veces por no poder permitirnos esas quedadas a comer con amigos, yendo sólo al café por ejemplo, y haciendo del picnic nuestra mejor diversión, incluso en pleno invierno. Las hemos pasado canutas pero con mucho esfuerzo y mucho trabajo hemos salido airosos del trance. El mérito es fundamentalmente de marío, que es quien se ha dejado los cuernos buscando trabajos aquí y allá. Y trabajando todos los días del año, sin vacaciones, domingos, festivos o noches de relax en el sofá.
Mientras tanto también he visto, sufrido y llorado como se derrumbaba la empresa de mi padre. Cómo el trabajo de tantos años se iba a pique de la noche a la mañana, porque los bancos dejaron de darle crédito y los trabajos, relacionados con la construcción, brillaban por su ausencia. También he visto cómo gente muy querida para mis padres (y para mí) les daba la espalda o, lo que es peor, les clavaba puñaladas traperas. Menos mal que creo en eso de que todos reciben lo que dan y que al final se hará justicia.
A pesar de todo, este 2013 podía haber sido muchísimo peor de lo que ha sido y mal que bien, han logrado (hemos logrado) sobrevivir a la gran hecatombe que se avecinaba. Esperemos que en 2014 salgan a flote de verdad.
Además este año he visto cómo mi hermano, tras muchos años en paro, conseguía por fin un trabajo que, encima, le gusta. Sí, sí, no es ciencia ficción. Ojalá lo conserve muchos años.
También he vivido un cambio de trabajo para mejor, en un ambiente internacional de verdad, y marío ha conseguido su primer contrato laboral (y por tanto ya no es autónomo). ¡No tenemos que pagar IVA! Olé.
He viajado por placer a Oporto y a Cantabria. He pasado un finde de novios en Grenoble. He estado en París (por trabajo, sí, pero mola igual). Este 2014 espero disfrutar de algún viaje más, no de trabajo, porque de esos me esperan unos cuantos, sino de los otros. Si puede ser sin aviones de por medio.
He escrito este blog, concretamente 192 entradas en 2013 (200 en total) y he llegado a tener 347 visitas en mi post más exitoso, Soy una niña negra rodeada de gente blanca, que no es para nada la panacea cuando muchas de las bloggeras más cool de la madresfera superan las 1000 visitas al día y cosas de esas. Pero para mí, que nunca aspiré a ser una blogstar, que me metí en el ranking famoso por conocer gente y me di cuenta de que no era lo mío (el ranking, no la gente), que me metí en Twitter por el mismo motivo y que últimamente me aburre horrores, para mí, que no escribo de temas estrella, que no soy la alegría de la huerta ni me paso las horas muertas en el mundo blogueril haciendo marketing de mí misma, es todo un orgullo. Gracias a todos los que algún día se han pasado por este blog y han leído alguna de mis elucubraciones. No importa que no digáis nada. Si lo habéis dicho, doblemente gracias.
He escrito este blog y gracias a él y a Twitter he conocido a gente estupenda, divertida, inteligente, con talento, buena gente, con la que he ido más allá de las redes sociales, incluso más allá del guasap, y nos hemos conocido en persona, hemos hablado en directo, nos hemos visto la cara, y los ojos, y los gestos, más allá de los emoticonos. Espero en 2014 hacer lo mismo con todas aquellas que todavía no he desvirtualizado. Con el tan injustamente criticado ohana y más allá de él, con alguna que otra persona que me cae genial en el mundo 2.0 y estoy convencida que también me caerá bien en el otro mundo, que no es el 1.0 pues el 1.0, chicas os lo tengo que decir, es aquella época de internet de los inicios en la que no había ningún tipo de interacción entre las páginas web y los humanos. No existían las redes sociales, ni los blogs, ni los comentarios. Internet era una enorme fuente de información sin retroactividad más allá de los emails y los formularios de contacto.
No he empezado mi libro, vale.
No he conseguido correr la San Silvestre, ok (único propósito del año pasado para 2013).
No he dejado de gritar a mis hijas, de acuerdo (aunque ahora me doy más cuenta de ello).
No he celebrado una fiesta multitudinaria por mi 40 cumpleaños (tampoco quería).
No he dejado de agobiarme por el desorden (ni consigo tener todo en orden).
No soy más paciente (y mira que lo intento).
No me tomo la vida menos en serio (no puedo).
No me gusta madrugar los findes (ni lo intento).
No voy a hacer propósitos para 2014 (así no me decepcionaré).
O sease, sigo siendo yo. Que no es poco :)
¡Feliz 2014!