Tanto ir de acá para allá sola, monda y lironda, me ha dado tiempo para observar atentamente y reflexionar.
Para saber lo que me gusta y lo que no.
Y en mis fantasias, se me han ocurrido cosas para mejorar un poquito los viajes de curro. Pequeños cambios que no convertirán ni de lejos estos momentos en placenteros, aunque los arreglarían un poco.
Aquí va mi pequeña aportación al mercado de los viajes de negocios. Espero que alguien tome nota.
Idea número uno: tener una asistente para las reservas (ja, ja, ja). Bueno vale, pues entonces una herramienta one-click o algo similar donde no haga falta rellenar todos tus datos cada vez. Un poco de eficiencia por favor.
Idea number two: que mi marido me hiciera la maleta... o mis hijas... o mi madre. Total, a mi siempre se me olvida algo.
Tercera idea: que un chófer de la empresa me llevase al aeropuerto y no tener que arrastrar mi maleta a las 7 de la mañana por todo el barrio hasta la parada de taxi. Noto los pensamientos asesinos de mis vecinos en el cogote. Sí, puedo pedir al taxi que se acerque a mi casa pero es que siempre he querido tener chófer.
Cuarta: viajar en clase Business de esa en la que tienes sala VIP para esperar y te sirven champagne por la mañana y te dan masajitos. Lo mismo esto es una leyenda urbana. No tengo ni idea porque nunca he entrado en unos de esos lugares. Como diría mi madre: naciste para rica y se te torció el carro.
Quinta: que todos los pasajeros del vuelo, especialmente el que te toca al lado, hayan tenido la ocurrencia de ducharse esa mañana y usado diferentes lociones corporales para evitar los malos olores. Por favor, nada de perfumes mareantes.
Qué guapísimo que es Charlie Hunnam... Perdón por el inciso, mi family ve Pacific Ring mientras yo escribo esto...
Sexta: que la tripulación tome clases de dicción, sobre todo el piloto, que habla igual que el médico escribe, con una claridad pasmosa.
Séptima: que ya en destino, las reuniones serias en la oficina se prohíban a partir de las cuatro. Organizándose en su defecto quedadas de afterwork saboreando líquidos refrescantes y/o disfrutando un poco de la ciudad que te acoge. Reuniones en un parque, en la montaña o en un bar de moda.
Octava: poder llegar al hotel prontito, para hacer ejercicio, visitar el spa, hablar por skype con tu familia y hacer el vago un poco. Que al día siguiente te espera un intenso día de reunionitis aguda. Y poder cenar algo ligero de menos de 1000 calorías a ser posible.
Novena: que otro chófer de la empresa que hable inglés, o español ya puestos, te lleve al aeropuerto a una hora prudente en la que no pilles cinco atascos diferentes o, si los pillas, al menos que te sepa explicar por qué y cuanto falta.
Décima: que Apple invente, de una vez por todas, el smartphone sunphone, osease, que se recargue con el sol y punto pelota. Cuando no se me olvida el cargador, se me olvida cargarlo directamente.
Todas estas cosillas harían mis viajes mucho más llevaderos.
Me temo que, como no soy política ni formo parte del grupo de directivos, me van a ir dando...las gracias ... y las cosas van a seguir como hasta hoy. Muy poco placenteras.
Bon voyage!